“Se que estas llorando mamá y yo desde aquí cuando desesperas te estoy consolando mamá… Me Sigues buscando mamá y junto a otras MADRES te veo marchando gritas mi nombre mamá”
Ay Mama – Cony Camelo.
La herida no ha sanado y que eso le quede al mundo muy claro. Hace un par de días la JEP “sorprendió” al mundo con un hallazgo que reafirmó lo que por años un grupo de mujeres dolidas por la ausencia de sus hijos, hermanos, amantes y esposos, venían denunciando, que el Ejército los había ASESINADO.
Los titulares de los principales medios de información nacional e internacional le advertían al mundo que en Colombia durante los años 2.002 y 2.010 el Ejército Nacional había perpetrado de manera sistemática el asesinato de civiles a sangre fría y de manera planificada con la única intención de presentarle resultados de guerra al entonces Comandante en Jefe de las Fuerzas Militares, presidente de esa época Álvaro Uribe Vélez –hoy expresidente, exsenador y EXPRESIDIARIO-. Como era de esperarse, él y sus vasallos salieron a defender el pasado criminal de la seguridad democrática que a bala y miedo en ese periodo en el país se impuso.
Negar lo que ya muchos militares en juicio y condenados han confesado es una necedad y un pataleo en el fango de la infamia, en el que lleva ya la institución militar sumergida hace rato y de la cual jamás saldrá gracias a las actuaciones y decisiones políticas que ha asumido la derecha que por décadas nos ha mal gobernado. Cada de relato de un militar implicado es la otra cara de la moneda que complementa el relato dolido de las familias que hoy lloran a los 6.402 Asesinados Por El Ejército.
Es necesario tomar una píldora para la memoria y poder así recordar que desde el 2.003 ya se empezaban a escuchar rumores de lo que estaría pasando alrededor del triunfalismo del que se mofaban el entonces presidente y su entonces Comandante del Ejército Mario Montoya, sí, el mismo que según testimonio de subalternos involucrados en este caso, pedía litros de sangre ya que en sus propias palabras -repito, según testimonios ya registrados por la JEP- a el “no le servían las capturas sino las bajas”.
Según lo que se lee en la presentación del caso 03 de la JEP y cito; “El Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) aportó a manera de informe las Revistas Noche y Niebla, en las que se cuentan al menos 1.741 casos de “ejecuciones extrajudiciales”, presentadas como muertes en combate entre 1984 y 2011. Asimismo, la Coordinación Colombia, Europa, Estados Unidos, entregó a la Secretaría Ejecutiva de la JEP una base de datos que registra cerca de 1.257 víctimas de “falsos positivos” ocurridos en su mayoría entre 2006 y 2008. A su vez, la Fiscalía General de la Nación identificó 2.248 víctimas de “ejecuciones extrajudiciales» entre 1988 y 2014, de las cuales el 48 por ciento fueron hombres jóvenes entre los 18 y 30 años.” Gracias a esos informes y al trabajo coordinado con la JEP, ha sido posible la identificación de más de 2.000 implicados entre militares, paramilitares y civiles que sirvieron como “reclutadores” de las víctimas.
Esto claramente no ha sido fácil de dirigir para los sectores que concentran el poder en este país, principalmente para el mismo ejército y como ya era obvio que pasaría, según El Espectador, se conoció de una estrategia para presionar e influir en las declaraciones de los militares que están compareciendo ante los altos tribunales de la jurisdicción especial, según un artículo de ese diario, la estrategia estaría orquestada entre miembros de FONDETEC, militares activos y en retiro, vale la pene preguntarse si el Ministerio de Defensa y la misma Presidencia también hacen parte de dicha orquesta.
Aquí no se puede caer tampoco en los juegos maniqueos de exculpar de responsabilidades a toda la institución militar en su conjunto las muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate por agentes del Estado son indiscutiblemente Crímenes de Estado, pues se usaron recursos para su cometido, su estimulo y su premiación, es claro que aquí alguien superior (Él) dio la orden, ya sabemos que sus ministros acolitaron la orden, pero también es claro que los militares apretaron el gatillo y le pusieron las botas al revés y los camuflados nuevos a los civiles vilmente acribillados.
Aquí siguen y seguirán faltando muchas versiones de quienes teniendo altos cargos en el andamiaje político-militar saben que tienen algún nivel de responsabilidad por obra u omisión, aquí hay cuatro exministros que guardan celoso silencio y que solo salen a escupir hacia arriba esperando que no les caiga en la cara la bilis de sus mentiras y de su cobardía, quizás esto no lo lea el Expresidente Nobel de Paz Juan Manuel Santos, pero igual quiero exhortarlo a que le cuente a la JEP y al país en calidad de Exministro de Defensa porque fue que él se negó a reconocer que esta practica continuaba y por que hasta la fecha sigue sin reunirse con las Madres de Soacha, de la misma manera quiero decirle a la Vicepresidenta Marta Lucia Ramírez que es la peor de ese cuarteto de arcaicos belicosos, que su desidia con la Para-Militarización de la Comuna 13 en Medellín con la Operación Orión fue parte del combustible que al horror de los “falsos positivos” alimentó.
Hoy la herida duele más que ayer y quizás duele menos de lo que nos duela cuando quizás las cifras aumenten, hoy es necesario recordar el dolor de las miles de familias, de los tantos muertos que fueron el trofeo de batallones criminales que apoyados por los más temidos paramilitares se hicieron a días de descanso, bonificaciones o a una simple hamburguesa.
Es necesario en este punto de la historia repetir la pregunta ¿Quién dio la orden? No solo para reafirmar una convicción en la búsqueda de la verdad y de la justicia desde nuestros lugares de activismo e incluso confort, sino también para abrazar y acompañar a las Madres de Soacha, de Antioquia, Meta, Nariño, Santander, Caquetá… terminaría lo que queda de esta columna nombrando a todo un país que fue víctima de esta ignominia (aunque en honor a la verdad hasta la fecha no se ha registrado ni un solo caso en San Andrés Isla y Providencia) pero quisiera terminar este espacio haciendo un llamado a que repensemos y que como sociedad debatamos cual ha sido el papel que el Ejército durante años ha desempeñado y de cara al devenir en medio de lo que se ha denominado #PactoHistórico pongamos en discusión y en construcción el rol y el lugar que el aparataje militar en el país que soñamos debería ocupar, hago un llamado como ANTIMILITARISTA para que dejemos a un lado la romantización de una institución que al DIH por años ha venido burlando y que de manera objetiva nos atrevamos a cuestionar, a nombrar y a señalar su mal accionar y finalmente les hago una invitación a movilizar nuestras voces y nuestros pasos para que este capítulo de horror en el olvido y la impunidad jamás se nos vaya a quedar.
Las lagrimas nunca alcanzaran para dejarlos de llorar.
Kanabico Objetor.
Antimilitarista y Defensor de DDHH. Consejero Municipal de Paz (#CONPAZ) Medellín. Twitter: @elANTIMILI
«Yo no quiero ir a la guerra, porque la guerra nos da penas…«