Un expresidente muy inteligente

A principios de Semana, cuando se conoció la noticia de que la Juez Laura Barrera decidió no precluír los delitos de fraude procesal y soborno a testigos por los cuales el expresidente Alvaro Uribe irá a juicio, escribí este tuit: 

¡Uribe a juicio! Duro revés para la Fiscalía independiente. Laura Barrera, Juez 41 penal decide NO PRECLUIR el caso de soborno al testigo J. Guillermo Monsalve a través del abogado Diego Cadena. Como Al Capone, por el delito más irrelevante, pero algo es algo.

En medio de su desespero, porque se nota desesperado, el expresidente Uribe me responde con este otro tuit:

Gustavo Bolívar es tan soberbio que no sabe ni lo ignorante que es, apenas le aprendió la mitad a Alcapone quien asesinaba a los acreedores y Bolívar apenas los manda a suicidarse.

En esta columna responderé a sus descalificaciones.

Primero, dice que soy “soberbio”. Es algo que no se puede discutir porque no hay elementos objetivos para medir la soberbia en una persona lo cual convierte el calificativo en una palabra subjetiva. Si a él le parezco soberbio, está muy bien.

Segundo, me dice “ignorante” y aquí si entro a argumentar. Cuando alguien le dice ignorante a otro, ese alguien está suponiendo una superioridad intelectual en un tema. Me imagino que en este caso él habla de la política y sus variados intríngulis que pueden ir desde la sagacidad para poner el Estado y la justicia al servicio de intereses personales o corporativos, la elasticidad moral para negociar con los enemigos o simplemente delinquir sin dejar huella. Esa superioridad “intelectual”  hace suponer que esa persona que descalifica es muy inteligente y aquí es donde tengo que darle la razón al expresidente. Es indudable, que bajo estos parámetros, para hacer política el expresidente es más, muchísimo más inteligente que yo. Es más, él no solo es más inteligente que yo, sino que lo es de casi toda la clase política colombiana. Nunca hubo alguien más inteligente que el expresidente Uribe. No de otra manera se explica que una veintena de sus subalternos y media docena de familiares (1) estén presos, condenados, investigados o imputados por asesinatos, chuzadas, sobornos, corrupción, compra de testigos, fraude procesal, concierto para delinquir, celebración indebida de contratos, paramilitarismo, narcotráfico, falsas desmovilizaciones, cohecho y delitos de lesa humanidad como masacres y falsos positivos, sin que a él lo toque si quiera un a brisa mañanera. Eso es ser inteligente y en eso, señor Uribe, me quito el sombrero. Es usted la persona más inteligente que conozco. 

De modo tiene usted toda la razón cuando me trata de ignorante. Su mente brillante, la que le ha permitido vivir entre el lodo sin salpicar con tan siquiera una gota de barro su camisa de cuello blanco, lo hacen merecedor de todo el respeto que una persona le debe profesar a otra por sus increíbles habilidades.

Dentro de la lógica de normalización de las malas costumbres políticas, ha hecho carrera el hecho de que el vivo es quien saca provecho del erario y el bobo quien no lo hace. Por ejemplo, yo debo ser muy bruto para ser el político que más paga impuestos y usted muy inteligente para poner su declaración en cero pesos. 

Y debo ser muy tonto para jamás haber utilizado mi poder de senador, allegado al presidente, para no haber recomendado, nunca, un solo familiar, ni para que el Estado le de contratos, ni como funcionario del mismo. ¿Qué clase de pendejo hace eso si el poder es para usarlo? Por ejemplo podía haberles dicho a mis hijos que compraran un lote con vocación agrícola en Mosquera, Cundinamarca, que de la noche a la mañana ese lote pasaría a tener un uso de suelo industrial para ponerlo a valer 1.000 veces su valor inicial. ¿O haberme aprovechado de mi posición para hacerme a baldíos de la nación? ¿O hacer que el Estado me pague subsidios por más de tres mil millones para mis fincas? Qué tonto es Gustavo Bolívar. Con razón me dicen “bobolivar”. Los vivos son ustedes.

Ahora hablemos del “suicidio” de dos personas que usted me atribuye vulgarmente sin tener en cuenta el dolor de las familias de esas personas.

Debo primero contextualizar el caso. El hotel, propiedad de mi familia, contrató con el señor Diego Díaz, la instalación de un sistema de páneles solares por 200 millones. Se le entregó una cuota inicial de 20 millones y se le quedaron debiendo 180 millones que según el contrato, deberían ser cancelados en cuotas mensuales durante 10 años. Como las cuotas mensuales, 1.5 millones en promedio, se pagarían del ahorro de energía que supondría la entrada en funcionamiento del sistema de energía solar, el encargado de pagar esas cuotas fue el arrendatario del hotel, el señor Henry Garzón, por cuanto, en virtud de el contrato de arrendamiento él era el encargado de pagar los servicios.

El señor Garzón, no hizo los pagos de varios meses, entre otras cosas porque campañas de la derecha con amenazas terroristas que denuncié en la Fiscalía, alejaron los clientes por esa época. Después llegó la pandemia y la situación se agudizó no solo para el mío, sino para todos los hoteles de Colombia. 15 meses sin un alma y sin recibir un solo peso de ingreso. La deuda por aquel entonces ascendía a los 30 millones de pesos. Como el señor Henry Garzón estaba realmente quebrado, como el mismo salió a explicarlo en un video que tengo colgado en Youtube, hablé con el señor Diego Díaz en Girardot, en el mes de marzo de 2021 y le aseguré que en julio le pagaría con mi dinero. Me dijo que no había problema que él sabía que yo tenía con qué pagarle. Incluso él había estado presente el día en que, con uno de mis salarios de congresista, le entregué a doña Luz Marina Bernal, madre de Soacha, víctima de falsos positivos, un cheque por 32 millones de pesos para comprar una casita en ese municipio. El supo que yo donaba mi sueldo y que mi problema en ese momento era de liquidez. Por eso estaba tranquilo. Pensaba viajar a Miami a vender un apto de mi propiedad para asumir esa y otras deudas que me había dejado el hotel por su quiebra en la pandemia ya que el señor Garzón jamás las asumió. 

Al mes, es decir en abril de ese año,  llegó la noticia de su deceso. En un principio no supe las causas. Sin embargo le escribí a su padre un whatsaap, que aun conservo y que hice público, en el que le expreso mis condolencias sinceras porque realmente estimaba a Diego, y le cuento que tengo una deuda con su hijo y que procedamos a hacer un acuerdo de pago. El señor no respondió. Le volví a escribir repetidas ocasiones, chats que aún conservo, pero nunca me respondió. 

Resulta que él, patrocinado por una dama de mi movimiento, cuyo nombre revelaré cuando sea necesario, ya se habían puesto de acuerdo con un estratega político bastante oscuro que trabaja para otro “Compañero”, para hacer un video en el que se deja entrever que la muerte de Diego sucedió por culpa mía. Estos datos me los suministró una persona que trabajaba para mi querida “compañera de lucha” en estos términos. “Pilas senador que en mi oficina están haciendo un video bastante feo contra usted”. Luego me contó de qué se trataba. En Julio, efectivamente, durante las vacaciones del Congreso, conseguí el dinero y le pedí a mi compañera, senadora Aida Avella que intercediera ante Bruno para que me recibiera el dinero de la deuda. Aida fue y habló con él y me mandó a decir que no lo recibiría. Para entonces al complot ya se habían sumado otro par de damas importantes. Una de la Alcaldía de Bogotá y otra del Senado. 

Otra amiga me advirtió que a su oficina de comunicaciones habían ido a pedirle un editor para editar ese video. El complot avanzaba. Se trataba de aprovechar el papayazo para destruir mi carrera. Por aquel entonces la ambiciosa dama en mención quería ser cabeza de lista al Senado y no encontró una manera más “democrática” para sacarme del camino que la bajeza de contribuir en la  invención de una hipótesis a partir de un error humano provocado por una situación mundial.

Cuando salió el video, muy afectado por las sindicaciones que se me hacían y más por la traición aleve de una compañera que hasta hacía pocos días me decía “te quiero” y me abrazaba, me di a la tarea de averiguar las reales causas de la muerte de Diego y envié un par de investigadores a Cali. Clínica Valle de Lili. Indagaron con rigurosidad lo que había pasado y esa investigación, que incluye su historia clínica, nunca la he hecho pública por respeto con la memoria de Diego. Dentro de la investigación encontré el testimonio de varias personas que conocen al padre de años atrás y no hablaré de los hallazgos para que no parezca que quiero defenderme atacando. Ya sabiendo que no era Bruno la persona con la que debía hablar, por razones que me reservo busqué al resto de su familia. Nos pusimos en contacto con la madre y los hermanos del difunto y me puse al día con los pagos, incluidos los intereses de mora. En la actualidad y desde hace dos años les vengo pagando cumplidamente, cada trimestre las cuotas pactadas. Del otro chico que se suicidó no puedo ni debo decir nada porque no lo conocí. Nunca hable con él. No tuve negocios con él. Por eso cuando aparecieron sus mentiras en los medios me quedé callado y no respondí. Pensé que no debía hacerlo porque esa persona estaba siendo utilizada de una manera brutal. No tengo ni idea porque se quitó la vida, pero sospecho que lo agobiaron las entrevistas y el uso político que de él hicieron. Para mí no es claro que alguien se tenga que matar en solidaridad porque a un amigo le deban un dinero. Esa tesis es muy reforzada.

Y aunque el hecho de que a una persona le deban plata sea un detonante. Las raíces son más profundas. Estudios científicos sobre el suicidio demuestran que la persona que se suicida perdió la capacidad, desde la niñez, de construir vínculos profundos de afecto para darle sentido verdadero a la vida. 

Cuando los parámetros de autocuidado y las prácticas de cuidado se rompen a temprana edad, estas personas se refugian en lugares y realidades paralelas que les llenan esos vacíos afectivos. 

Las personas se suicidan principalmente por las agudas carencias afectivas que han sufrido desde la niñez. Cuando son jóvenes, lo hacen para demostrar que no tuvieron los cuidados necesarios por parte de las personas adultas próximas y para afectar –“delatar” a las personas que les hicieron daño agudo en su niñez… Hay muchas cosas que omito aquí, sobre el entorno de Diego, porque no voy a terminar acusando a otras personas por querer defenderme. Prefiero, como lo he hecho a lo largo de dos años, seguir soportando las calumnias, que en nada me tocan, a tener que recurrir a las bajezas con las que fui atacado.

De modo pues que, inteligentísimo señor expresidente, el suicidio es un acto que tiene arraigo muy antiguo en la psiquis de la persona. No es un acto espontáneo. No lo detona un solo hecho. Esa situación se viene fabricando con el tiempo y es multicausal. Para consumarlo, el suicida interrelaciona varios factores. Si fuera solo por el factor económico, los países ricos no tendrían las tasas de suicidio más altas. Tasas que triplican los suicidios por 100 mil habitantes de Latinoamérica. Hoy se suicidan en el mundo 800.000 personas y en Colombia casi 3.000 al año. El 80% de las personas que se quitan la vida son hombres. 

En Conclusión Sr. Uribe,  el suicidio es una decisión autónoma, que toma una persona con baja autoestima. Es una decisión personal, común en personas con carencias afectivas y fracasos acumulados. En cambio los 6042 jóvenes asesinados durante su gobierno no tuvieron opción de elegir entre vivir o servir a sus intereses monstruosos de hacerle creer al país que estaba ganando una guerra que a la postre perdió.

(1)    Menciono solo algunos de los muchos subalternos del “expresidente inteligente” que han estado o están presos, han estado o están imputados o investigados por delitos que en muchos casos solo lo favorecían a él:

—José Miguel Narváez, asesino de Jaime Garzón fue su subdirector del DAS

—Jorge Noguera, director del DAS nombrado por Uribe, condenado por el asesinato del profesor Alfredo Correa de Andreis y por poner la entidad al servicio del paramilitarismo.

—María del Pilar Hurtado, directora del DAS de Uribe condenada por chuzar periodistas, magistrados y opositores, ¿adivinen de quién?, sí, del en esa entonces Presidente Uribe.

—Bernardo Moreno, exsecretario de Presidencia en el Gobierno de Uribe por interceptaciones ilegales.

—Sabas Pretelt y Diego Palacio, exministros de Uribe, condenados por soborno al entregar notarías y altos puestos a Yidis Medina y Teodolindo Avendaño a cambio de los votos de la primera y la ausencia del segundo a fin de favorecer la reelección de Uribe.

—Alberto Velásquez, exsecretario de presidencia en época de Uribe, condenado por cohecho dentro del mismo caso de la yidispolítica.

—Edmundo del Castillo, exasesor jurídico de la presidencia de Uribe, condenado por las chuzadas del DAS.

—Mauricio Santoyo, ex edecán y exjefe de seguridad de Alvaro Uribe condenado por narcotráfico y paramilitarismo en los Estados Unidos.

—Flavio Buitrago, ex director de la inteligencia de la presidencia de Uribe, condenado por Enriquecimiento Ilícito y colaboración con el narcotraficante Marco Antonio Gil, Alias “el Papero”

—Luis Carlos Restrepo excomisionado de paz de Uribe, imputado por peculado y por la falsa desmovilización de un supuesto frente de las Farc, denominado Cacique Gaitana. Todo fue una farsa. Es prófugo de la justicia y sus delitos están a punto de prescribir.

—Gabriel García, Exviceministro de Transporte de Uribe, condenado por recibir 6,5 millones de dólares de Odebrecht por una obra (Ruta del Sol II) que le fuera adjudicada a esa empresa brasilera, pocas horas antes de que Uribe abandonara la casa de Nariño en 2010 y para siempre y después de las visitas del presidente de Odebrecht a Palacio y el encuentro de sus hijos en Panamá con el mismo señor.

—Andrés Felipe Arias, exministro estrella de Uribe, condenado por regalar dineros del Agro a, qué coincidencia, financiadores de las campañas de Uribe, entre otros.

—Oscar Iván Zuluaga, excandidato de Uribe a la Presidencia, investigado por sobornos de Odebrecht.

—Francisco Santos, exvicepresidente de Uribe, señalado por el paramilitar Mancuso de haber solicitado a las autodefensas, la creación de un bloque paramilitar en Bogotá.

—Salvador Arana, exembajador de Uribe, condenado por el asesinato del exalcalde de El Roble, Eudaldo Díaz.

—Mario Uribe, primo de Uribe, condenado por parapolítica.

—Santiago Uribe, a punto de ser condenado por conformación de grupos paramilitares y el asesinato de un hombre en Yarumal, Antioquia.

—Dolly Cifuentes, casada 15 años con Jaime Alberto Uribe, hermano de Alvaro Uribe condenada en Estados Unidos acusada de ser socia del Chapo Guzman.

—Ana María Uribe Cifuentes, sobrina de Álvaro Uribe, acusada de tráfico de cocaína y por ser miembro del clan Cifuentes Villa. Fue capturada en Medellín y su expediente desapareció de la Corte Suprema de Justicia como por arte de mafia.

—Alberto Uribe Sierra, padre de Álvaro, amigo de los Ochoa y cuyo helicóptero privado con matrícula HK2704 apareció en Tranquilandia, el complejo de laboratorios de cocaína más grande encontrado hasta la fecha en las selvas del Yarí.

Y ni hablemos de la docena de testigos de muchos de estos delitos que han sido asesinados antes o después de declarar.