Petro, abrazo de esperanza a la vida…

Paris está de fiesta.

Iván Duque gobernando visitó varias veces a París, coincidencialmente, también fue para el mes de Noviembre, pero del 2018, como en casi todas sus giras por el mundo, siempre tuvo comités de recepción de la Colombianidad, donde se le recriminó siempre por lo marcado de la represión del uribismo, los evidentes vínculos con el narcotráfico y el terrorismo del paramilitarismo, los falsos positivos, asesinato de lideres y lideresas, lo fracasado de su gestión administrativa, pero especialmente esa fecha del 12 de noviembre en  Paris, la marcaron dos hechos que trascendieron, el primero y más significativo, que le dio la vuelta al mundo, fué la expulsión agresiva y temeraria de dos ciudadanos que se encontraban en el auditorio de la UNESCO, en el que daría una charla a importantes figuras de la economía y la política mundial, por parte del personal de seguridad, y ante la orden emitida por el cuerpo consular colombiano, y el segundo, porque fue allí, donde dio su famoso discurso de pocos minutos, en un inglés muy fluido y con fuerte acento norteamericano, sobre los siete enanitos y la economía naranja, y comenzó a mostrar el talante de su gobierno y la talla de estadista que era, pues bien, yo fui uno de esos expulsados. (https://cnnespanol.cnn.com/2018/11/13/colombianos-denuncian-que-fueron-sacados-a-la-fuerza-antes-de-conferencia-de-ivan-duque-en-la-unesco-en-paris/)

Contrario al título de la novela de Ernest Hemingway “París era una fiesta”, para decir que en la ciudad luz “Éramos muy pobres pero vivíamos muy felices”, pareciera es el paradigma en el que han vivido los simpatizantes del Uribismo, que, en gran cantidad residen en el exterior, y hasta antes del estallido Social, no percibían que también son víctimas de ese complejo problema social del país, inmerso en un conflicto armado, alimentado de narcotráfico que los obligó a abandonar el país, a buscar esa felicidad y seguridad que allá en esa Colombia violenta no se tuvo; ese éxodo de Colombianos es uno de los más grandes del planeta, calculado ya en 10 millones de seres humanos; ese invisibilizado y escandaloso proceso migratorio, lleva más de 40 años; mayoría de mujeres, dejando la estela, con el costo social que ello implica, porque desintegra familias completas; al día de hoy, no hay una propuesta política de reconocimiento, inclusión y reparación, para esta inmensa diáspora, regada por el mundo.

Con Gustavo Petro tenemos muchas anécdotas en París, la primera vez que lo vi, venía a un encuentro en la casa de la Amérique Latina, nos pidió un huevo cocido porque llevaba varios días sin comerse uno, “me encantan”, nos dijo a José Ramírez amigo en común y a mí; los preparé en mi pequeño departamento, y después, con José gran amigo asilado colombiano, se los llevamos y terminamos tomándonos un café, en el barrio latino en Paris de Saint Germain Des Prés.

Ya como precandidato presidencial, nos vimos varias veces entre el 2009 y el 2010. Cuando ganó la Alcaldía de Bogotá en el 2012, fui invitado a la posesión. Lo acompañamos de nuevo para su segunda aspiración a la presidencia en el 2018. Cuando lanzamos al mundo la caminata desde París – al CPI en la Haya países bajos, salimos marchando el 28 de Marzo del 2019 desde la plaza de Trocadero hacia a la Corte, y el 5 de Abril, encabezó conmigo la última etapa en la marcha, junto con más de  1700 Colombianos, hombres, mujeres, llegados de los rincones del planeta, y representando a 57 organizaciones Colombianas en el mundo; caminamos desde la embajada Colombiana en la Haya, hasta la sede del Corte Penal Internacional, a dejar allí, nuevas denuncias para continuar abriendo procesos penales, por más casos de crímenes de guerra y lesa humanidad, cometidos en la última etapa del conflicto Colombiano, entre los actores del conflicto armado y en los gobiernos Uribistas.

La última vez que nos encontramos, fué en agosto del 2019, venía de vacaciones en plan familiar y algunas actividades políticas con la Colombianidad de París, aprovechó para visitar a los colombianos desalojados de una ocupación ilegal en Saint-Ouen. (https://www.elcolombiano.com/internacional/europa/desalojo-de-colombianos-en-francia-causa-cruce-de-versiones-entre-gustavo-petro-y-el-gobierno-OA11442297)

Después llegó la pandemia, caí atrapado por el virus del COVID, me costó cuatro meses de hospitalización, dos de ellos en coma inducido, perdí 38 kilos, y tuve todo un proceso de recuperación porque había perdido, hasta la fuerza para levantarme y caminar, que hoy todavía continuo, y no me faltó su mensaje de apoyo desde Colombia, como los lazos de afecto que desde muchos rincones del planeta me acompañaron, y hoy, confesamos que gracias a esas intermediaciones, estamos escribiendo este pequeño relato.

Ya en campaña electoral 2022, y de haber sido precandidato por las y los Colombianos en el exterior por la circunscripción internacional de la Colombia Humana por diáspora y paz y el nodo Francia, no pude llegar a Barcelona donde oficialmente lanzó su campaña presidencial, ni pude viajar a la posesión presidencial del 7 de Agosto, llegue a pensar, que ya siendo presidente, sería muy complicado volver a tener una de esas charlas que tan elocuentes y pedagógicas, habíamos tenido cuando recorríamos las calles de París en sus visitas, y le acompañaba a cumplir con sus apretadas agendas.

Pero llegó el COP27 y con ello la visita oficial en París, invitado por e gobierno Frances, para estar en el foro mundial por la paz, y encontrarse con líderes y lideresas mundiales y que comenzaba con un conversatorio con la futura clase política dirigente mundial, que cursa en la escuela de ciencias políticas de París y a la que acuden estudiantes de muchas nacionalidades del planeta, quienes a futuro muy probablemente, ocuparán esos cargos de dirigencia en sus respectivos países.

Llevo 23 años asilado en Francia, y con Gustavo Petro, vi, un recibimiento con mucho afecto, carisma y entusiasmo, cargado de emociones, así lo viví, ese miércoles 9 de noviembre del 2022, a las 17 horas, ni con Álvaro Uribe en sus mandatos, y mientras a Duque lo abucheaban gritándole; ¡Asesino!, ¡asesino!, y salía corriendo a esconderse. A Petro, todo un pueblo caluroso le gritaba, ¡Petro!, ¡Petro!, lo saludaban e intentaban acercarse a tocarlo, ¡a abrazarlo… a sentirlo!

Ya en el interior del auditorio de la escuela de altos estudios de Ciencias Políticas (Sciences Po), instalados, sin ningún temor a ser expulsados, esperábamos su entrada. Inició el conversatorio, después de una presentación donde relataba la realidad que se vive en Colombia y los retos que enfrenta Petro. Comenzó tranquilo y pausadamente, una magistral intervención, donde hizo un recorrido por la política, la economía, la física y la filosofía, para mostrarle a los futuros políticos, de una manera sencilla, documentada y muy pedagógica, que la amenaza es latente frente a la indolencia de la dirigencia global, donde el capital está por encima de la vida, y lo necesario para recomponer ese rumbo, y que el cambio climático, no sea el punto de inflexión para la extinción de la vida en el planeta. En medio del relato, hizo alusión de mi presencia en el auditorio, cuando dijo: “aquí está un conocido sobreviviente del COVID” señalando hacia donde yo estaba.

Vino la tanda de preguntas, fui el primero en intervenir, y expuse el problema migratorio mundial y en especial el invisibilizado colombiano, entregamos públicamente y recepcionó los documentos con nuestra propuesta reparadora para la diáspora colombiana, donde  reconocer a la diáspora colombiana como la Región Especial Número 7, es la principal propuesta reparadora, que permitiría ampliar nuestra representatividad en el congreso de la República, y toda una legislatura para que le llegue a esta Colombia extendida, políticas y programas públicos, mientras ese 70% de migración Colombiana que aún no encuentra reconocimiento en esos territorios de acogida, sea amparada por ese estado que obligó a salir en este enorme éxodo y hacia el exilio, a esta Colombia olvidada y excluida, que le aporta el 2.8% del PIB directamente y a diario, a la economía nacional.

Finalizado el encuentro, y en medio de la algarabía, el cinturón de seguridad y del público que deseaba estrecharle la mano, sentirlo, ¡grité…presidente!, Presidente! ¡Gustavo!, Gustavo!, giró, me vio, y nos avanzamos, para estrecharnos en ese caluroso, fraterno y solidario abrazo, me dijo, “creímos que morías, que alegría verte”, le contesté, ¡si Gustavo!¡ Gracias Presidente!  Porqué sé, que contigo, ¡¡estamos más cerca de esa Colombia posible … de nuevo … Gracias presidente!!… agradecía, mientras veía como muchos intentaban abordarlo, mientras la seguridad se lo llevaba, pero con la esperanza de que el sueño del país inclusivo, donde quedamos todas y todos a pesar de la diferencia, cada día se percibe más cerca.…

¡Qué alegría!