París, Francia – En un encuentro realizado en la capital francesa, la delegación de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas de Colombia (CNTI) compartió con el público la historia, retos y avances en la defensa de los territorios ancestrales de los pueblos indígenas colombianos. La delegación estuvo conformada por Camilo Niño Izquierdo, indígena arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta y secretario técnico indígena de la CNTI; Gustavo Ulcue Campo, coordinador de incidencia y comunicaciones de la CNTI y miembro del pueblo Nasa del Cauca; y Laura Parra, experta en derechos ambientales de los pueblos indígenas.
Un espacio de lucha y concertación
La Comisión Nacional de Territorios Indígenas no es una organización en sí misma, sino un espacio de concertación creado hace 29 años tras una larga lucha por el reconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos indígenas en Colombia. Su origen se remonta a la toma indígena que duró más de un mes en respuesta a los incumplimientos del gobierno en la protección de los derechos de los pueblos indígenas y el asesinato de sus miembros.
El espacio de la CNTI tiene como mandato principal el seguimiento de los instrumentos normativos que regulan y afectan los derechos territoriales de los pueblos indígenas. En este contexto, uno de los aspectos fundamentales es la figura del resguardo indígena, el único mecanismo de reconocimiento de territorio indígena en Colombia. Este modelo, aunque de origen colonial, ha sido reivindicado por los pueblos indígenas como una herramienta de lucha y resistencia.
La CNTI ha sido un escenario clave de diálogo y concertación con el gobierno colombiano. Ha impulsado la reivindicación de derechos a través de estrategias políticas, jurídicas y técnicas. Un ejemplo de su incidencia se dio en 2018, cuando se trabajó en un instrumento normativo para los resguardos de origen colonial y republicano, abordando vacíos normativos existentes. Asimismo, la Comisión ha promovido la consulta previa en iniciativas estatales, como en el caso de la política de catastro multipropósito, cuya implementación sin consulta fue demandada por la CNTI.
La situación actual de los territorios indígenas en Colombia
En la actualidad, los resguardos indígenas representan aproximadamente el 31.5% del territorio nacional colombiano, lo que equivale a más de 35 millones de hectáreas. Sin embargo, aún existen 10 millones de hectáreas en incertidumbre jurídica, lo que representa una demanda del 8.5% del territorio. Además, la CNTI ha identificado la necesidad de sanear y ampliar los resguardos existentes para garantizar los derechos de las comunidades.
A pesar de que Colombia ratificó en 1991 el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, su implementación sigue siendo una deuda pendiente. El artículo 14 y 15 de dicho convenio, que establecen el reconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos indígenas, aún no se han traducido en acciones concretas que permitan la materialización efectiva de estos derechos.
Para los pueblos indígenas, el territorio no es solo un espacio físico, sino el pilar que garantiza su identidad, cultura y autonomía. Según Camilo Niño Izquierdo, «el territorio es el primer derecho de todos los derechos«. La pérdida del territorio significa la desaparición de la esencia misma de los pueblos, la ruptura de sus relaciones con la historia, la espiritualidad y la naturaleza. Esta visión contrasta con la lógica estatal, en la que el territorio es considerado en términos de propiedad y gestión de recursos.
El trabajo de la Comisión no solo ha impactado a nivel nacional, sino que también ha servido de referencia para pueblos indígenas en otros países. En Surinam, por ejemplo, la delegación colombiana compartió experiencias sobre reconocimiento territorial y estrategias de incidencia. Una de las iniciativas más relevantes en este proceso ha sido el desarrollo de un sistema de información geográfica en colaboración con el gobierno colombiano. Esta herramienta permite evidenciar las realidades territoriales de los pueblos indígenas, identificando la ubicación de los resguardos, la relación con los bosques y los impactos de la minería. Según los datos recopilados, el 50% de los bosques de Colombia están en territorios indígenas, lo que refuerza la importancia de estos espacios en la lucha contra el cambio climático.
Sin embargo, la implementación de esta herramienta ha estado marcada por el debate sobre la oficialidad de los datos. El gobierno colombiano ha cuestionado la validez de la información generada por los pueblos indígenas, argumentando que se trata de «aspiraciones territoriales» más que de datos oficiales. Este conflicto refleja una de las muchas formas de colonización contemporánea que enfrentan los pueblos indígenas, donde su conocimiento ancestral sigue siendo subestimado o excluido de las políticas públicas.
Los pueblos indígenas en Colombia han demostrado que es posible una convivencia armónica entre el ser humano, la naturaleza y la espiritualidad. A través de sus conocimientos ancestrales y formas de organización, han preservado grandes extensiones de territorio que garantizan la conservación de ecosistemas estratégicos como selvas, páramos y bosques. Estas prácticas no solo benefician a sus comunidades, sino que también tienen un impacto global, ya que los ecosistemas que protegen son esenciales para la regulación climática y la biodiversidad del planeta.
Uno de los mayores desafíos que enfrentan los pueblos indígenas es el reconocimiento y la incidencia en los espacios de toma de decisiones a nivel nacional e internacional. A través de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI), han trabajado para incidir en políticas públicas y en la defensa de los derechos territoriales. En la reciente COP16 en Cali, se logró un avance significativo con el reconocimiento formal de la participación de los pueblos indígenas en el Convenio de Diversidad Biológica, lo que representa una oportunidad para fortalecer la gobernanza indígena y consolidar la protección de los territorios ancestrales.
La meta 30×30, que busca proteger el 30% del territorio global para 2030, ha sido una oportunidad para incluir los territorios indígenas en las estrategias de conservación. Sin embargo, también representa un reto, ya que no todos los gobiernos están dispuestos a reconocer los derechos territoriales indígenas. En el caso de Colombia, se han establecido indicadores bioculturales que buscan medir el impacto de los conocimientos y prácticas indígenas en la conservación de la biodiversidad. Estos indicadores permiten evidenciar que los pueblos indígenas son los principales guardianes de la biodiversidad mundial.
A pesar de estos avances, persisten desafíos en la construcción de políticas públicas que integren efectivamente la visión de los pueblos indígenas. Existen dificultades en el diálogo interinstitucional, donde los ministerios y organismos gubernamentales no siempre coordinan sus esfuerzos para garantizar la protección de los territorios indígenas. Además, la participación en espacios internacionales sigue siendo limitada, lo que dificulta la incidencia de los pueblos indígenas en la toma de decisiones que afectan sus territorios.
Es fundamental fortalecer los mecanismos de participación y representación indígena en estos escenarios. La creación de sistemas de información geográfica administrados por los pueblos indígenas, como el desarrollado por la CNTI, es un paso hacia una mayor autonomía en la gestión de sus territorios. Sin embargo, es necesario garantizar que estos esfuerzos sean reconocidos y apoyados por los gobiernos y la comunidad internacional.
La experiencia de Colombia en la integración de los pueblos indígenas en la conservación de la biodiversidad puede servir como modelo para otras naciones. La inclusión de sus conocimientos y prácticas en la toma de decisiones no solo fortalece la protección de los ecosistemas, sino que también contribuye a la justicia ambiental y al reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas en el ámbito global..
El impacto y la proyección de la participación indígena en la gobernanza global de la biodiversidad
La experiencia de la COP16 y el proceso de movilización social liderado por los pueblos indígenas han demostrado que su participación va más allá de la incidencia en la negociación de políticas. Se trata de una forma integral de resistencia y de construcción de alternativas propias para la conservación de la biodiversidad y el reconocimiento de sus derechos territoriales.
La estrategia de comunicación y pedagogía implementada con la la emisora virtual de la CNTI Katikunsi: la voz del territorio, las alianzas internacionales de radios indígenas, los eventos culturales y el “partido de nuestras vidas” son ejemplos concretos de cómo los pueblos han encontrado nuevas maneras de posicionar sus voces en escenarios internacionales. Estos esfuerzos han permitido que la narrativa indígena sobre el cuidado de la vida no solo sea escuchada, sino que transforme los enfoques de conservación predominantes.
A pesar de los avances logrados en la COP 16 y el respaldo de un gobierno afín, el reto sigue siendo estructural: la gobernanza global de la biodiversidad debe reconocer plenamente el liderazgo indígena y garantizar mecanismos efectivos de participación, no como una concesión, sino como un derecho inalienable. En este sentido, es fundamental consolidar estos espacios en futuras negociaciones y fortalecer las redes de comunicación y pedagogía para que las decisiones sobre biodiversidad sean realmente inclusivas y representativas.
Este proceso no termina con la COP 16 por el contrario, abre el camino para seguir construyendo estrategias que permitan a los pueblos indígenas no solo defender sus territorios, sino incidir activamente en la toma de decisiones globales. La conservación de la biodiversidad y la lucha por la vida no son conceptos abstractos, sino una realidad cotidiana que debe ser reconocida, respetada y fortalecida.