Las vacunas llegaron y en lugar de generar tranquilidad en el pueblo lo que causó fue indignación.
Colombia tiene una población de casi 50 millones de ciudadanos de los cuales tenemos poco más de 35 millones de hombres y mujeres que deberían recibir la vacuna si el gobierno lograra comprar la cantidad necesaria y así cumplir con un plan de vacunación que por cierto ya está establecido, el problema es que tenemos agenda, pero las vacunas no llegan.
Gran alboroto se causó en redes sociales tras la llegada al país de aparentemente 50.000 vacunas, que aplicadas en las dos dosis necesarias para la inmunización servirían para 25.000 personas. Cabe anotar que el gobierno había prometido para el mes de febrero vacunar 850.000 ciudadanos y ciudadanas con el propósito de cumplir con una agenda entregada a los medios de comunicación y a la población en general.
¿Cuál es el costo de estas vacunas? ¿Las compraron, son una limosna del mundo civilizado?
Tantas dudas quedan en el aire como en el aeropuerto donde se desplegó un intenso operativo para escoltar las vacunas hasta no se sabe dónde.
¿Quiénes serán los primeros en ser vacunados?
Aún no se sabe, se supone que el personal médico, pero seguramente esas 50 mil unidades ya están siendo rifadas entre el «Cartel de las vacunas» que sin dudarlo mucho debe haberse constituido mucho antes de que el famoso avión de DHL aterrorizara en Colombia.
El 6 de enero el periódico la República publicó unos precios por países donde Colombia aparecía con el más alto -21 dólares por dosis-, lo que quiere decir que, de haberse comprado, las 50 mil tendrían un valor aproximado de 1’050.000 dólares, mientras que, en Europa, el mismo laboratorio las vende a 14 dólares y si se cambia de marca, y en lugar de Pfizer se le compra a AstraZeneca, estas tendrían un valor unitario de 2.19 dólares la unidad, casi 10 veces menos.
Las negociaciones han sido aparentemente en secreto, pero debemos cuestionarnos, ¿cuál es el secreto que se esconde? Sea el que sea sin duda no tiene nada que ver con los laboratorios puesto que todos los países hacen públicas sus negociaciones, debe ser más bien el gobierno colombiano quien esconde el secreto de la corrupción.
La pandemia mostró en la sociedad colombiana lo bajo que podemos llegar a ser como seres humanos. Los políticos de diferentes regiones aumentaron el precio de los alimentos en los contratos para entregas de mercados, unos concejales de Montería fueron pillados cuando planeaban contratar la entrega de 5.000 mercados, pero solo querían entregar 1.500 porque según ellos los pobres están enseñados a aguantar hambre y por un mes más no iban a morir.
En Bogotá, por ejemplo, mientras la alcaldesa contrato más de 6.000 millones en publicidad para su imagen, la gente extendía trapos rojos en sus ventanas como símbolo de hambruna, al mismo tiempo se dio la orden de desalojar a cientos de familias sin importar que con la pandemia estas personas no tendrían a donde ir. Mas allá, el presidente de la República compró un hermoso helicóptero por 12 millones de dólares con fondos para la pandemia. Y ni hablar de la masacre en Bogotá a los manifestantes por parte de miembros de la policía nacional.
Llegaron las vacunas, pero se nos fue la humanidad, llegaron las limosnas, porque para eso hemos sido grandiosos, para pedir, sacamos la ponchera por todo el mundo, para todo, pero esos dineros nunca llegan a nadie, solo sirven para provocar el aumento de empresas extranjeras en el país desplazando el talento propio de nuestros hombres y mujeres que rápidamente se convierten en esclavos de multinacionales o víctimas de los desechos que estas dejan a su paso.
Llegaron las vacunas, pero sin duda, usted que lee este artículo no será vacunado, y no existe manera alguna en la que alguien pueda decírselo pues todo es incierto, podrido y amarrado.
Somos de los últimos en comenzar la vacunación, en el caso que si sean vacunas lo que bajaron de ese avión y no algunos fajos de dólares por la exportación del producto que obliga a los agentes de aduanas de cada aeropuerto a requisarnos cada vez que mostramos el pasaporte, pero si son vacunas, ¿quiénes serán los primeros? ¿Acaso por alguna razón en el Ubérrimo está instalado un gran refrigerador para que estas cumplan con todas las garantías de conservación? dudas por miles, porque en el país del sagrado corazón de todo puede pasar, si asesinaron a 10.000 jóvenes para pasarlos por guerrilleros, ¿Por qué no pueden ser la vacunas otro falso positivo preparado por el gobierno para opacar que el PIB del país cayó en un 6,8%?
Sigamos acostumbrados a las vacunas que se nos aplica cada día, en las dosis que sean necesarias, cada vez que algunos uniformados les da por montar un falso retén para cuadrarse el día, porque la para la pandemia del coronavirus, pasará mucho tiempo antes que nos sea aplicada.