Las razones de la primera vuelta

Los que queremos darle un vuelco fundamental a este país colombiano, pareciera que estuviéramos solos, o en caso tal, como si no nos hicieran caso. Más no es así. Detrás del Pacto Histórico, la Colombia Humana o el liderazgo indiscutible de Gustavo Petro y de todo el equipo que lo rodea, se construyen las bases de la nueva esperanza. Muchos de los porqués de las razones de esta transición estriban en el hartazgo, los abusos y la violencia que se han circunscrito en todos los modelos de gestión gubernamental, encabezados por las organizaciones políticas tradicionales.

No basta decir ¡NO MÁS! La protesta se presenta como el primer peldaño para percatarnos de todo lo malo que nos han hecho, pero desde el instante en que tengamos las riendas, las razones y los motivos tendremos que justificarlos nosotros. Salir airosos y vencedores en primera vuelta se constituye en una condición más que imprescindible. Luego, tocará subir la escalera, vencer cada uno de los peldaños y proyectarnos a mejores estados de liderazgo. Por eso, ratificar el paso marcial de victoriosos se hace un imperativo tajante y ayudará sin duda a sembrar nuestros propósitos.

Le tengo más miedo a las cuentas alegres de nosotros mismos, que, a los ataques del periodismo insultador, que provoca con sus tretas y sus artimañas. Sabemos de sobra que los motivadores “vendidos”, en cierto sentido son previsibles, pero los otros triunfalismos carnavalescos y llenos a sabor de aguardiente, harán que ardan después nuestras existencias. Nos tomarán por sorpresa y jamás sabremos responder a los consabidos porqués. Miren a nuestro derredor y observen los fracasos del Ecuador y de Costa Rica, por citar sólo dos ejemplos: son esos cálculos sobradores, mal elucubrados y con pésima óptica discursiva, los causantes de la debacle electoral en esos países hermanos. ¿Cómo no caer en esa fanfarria de platillos, pitos y bombos del “todo va muy bien, compañeros, amigos y camaradas”?.

Tocará sincerarse, apelar a la sensatez y a la practicidad electoral. Tendremos que rodearnos de gente competente; es decir, el hecho de captar votos y ser elegidos, no será carta blanca para sustentar un gobierno para todos. Así como se colaron a La Picota, hoy día se nos adentran por todos nuestros intersticios para seguir “provocando” crisis de toda medida. Muy distinto es seleccionar a los honestos y participativos, aunque sea de filiación política distinta, pero que, a lo menos, en sus propuestas y trabajos resalten la colaboración, sus aportes bien intencionados y la directriz por mejorar nuestro país colombiano. La designación de cargos por amiguismo, nepotismo y hasta por el partidismo, podrá afectar la gestión y agrandar la crítica, la censura y el ostracismo de los medios sedientos de escándalo y mala intención.

¿Han oído esa expresión de trabajar “mancomunadamente”? Nos habituamos a circunscribir el derrotero electoral, actualmente en términos de apertura, alta aceptabilidad y en la identificación de los motivos consensuados. Eso no va a ser suficiente. Si en algún momento propusimos que el “caudillismo” no era en ninguna instancia la mejor opción, llegar ahora a una victoria en primera vuelta, es más que una consigna a cumplir, o el mejor de los sueños sempiternos. Con todos estos escándalos nos ponen a la defensiva, sabiendo que, al elector en estas etapas de cambio, quieren escuchar modelos de solución de alta efectividad (así nos digan populistas), erradicar el hambre, la miseria, crear más empleo. Es decir, si en Brasil, en Bolivia, en Argentina y en otros países, en cierta medida dieron pasos decisivos para enfrentar los problemas coyunturales, nuestras iniciativas radicarán no solo en seguir ese derrotero, sino en la proposición de cambios a corto plazo, con alta plausibilidad de ejecución y excelentemente conmensurados, para no quedarnos en esas inacciones repletas de propuestas inviables y recalentadas.

Si planteamos las soluciones según nuestra propia visión político-económica, mesurablemente argumentada, inequívocamente los que pasan a la defensiva son ellos. Tenemos que ponerlos a que hagan las cuentas de los colegios, los mercados, las aulas, las vías y carreteables de acceso, la agricultura que vamos a impulsar, los TLC internos invocados, la insistencia en el hambre, la paz concertada, la salud, la educación, nuestras relaciones internacionales cercanas, en fin, no esperar los debates para tal fin. ¿Acaso no se percataron de sus sobresaltos cuando salimos a la palestra con las pensiones, los ferrocarriles y los impuestos? Por tanto, hay que llegar y lo haremos, pero yo no creo que nos estemos programando para cuatro simples años. Unir voluntades en una elección no es fácil, pero más difícil será ir de la mano en la ruta de la consolidación de nuestros sueños.

 

Por Víctor Hugo Marenco Boekhoudt

Ingeniero Geominero, MSc, Consultor, Especialista en Geomorfología, Suelos y Estabilidad de Terrenos, Opinador y Columnista