Fotografía: Odalina, nieta de Sabino Romero, cacique Yukpa de la comunidad de Chaktapa, asesinado el 3 de marzo 2013. Foto en el conuco de su abuela Lucia, octubre 2018. Sierra de Perijá. Venezuela. 2018 | Angéle Savino
Praises 1
Tratamos de construir un presente con el peso de una historia que cargamos sin meditarlo, incluso sin haberlo aceptado. Por un microscopio, la Historia, observa la simbiosis de unos organismos culturales que brotan en su extrapolada periferia. Solo somos unos jóvenes emancipados que siguen mamando de la teta intelectoal de esa madre burguesa que tanto queremos negar con ignorancia [vergüenza intelectual], escupitajo al cielo mientras la existencia se actualiza con la expresión de fe por excelencia “Ay, Dios mío”.
Millones llevamos centenarios siendo hijos huérfanos, yendo y viniendo, danzando en el regazo de diferentes padres que intentan ser responsables. Nuestra cultura fue una cultura no deseada, incluso se intentó abortar, pero así, no deseada y anacrónica, aquí sigue intentando ser. Luchamos con nuestras adolescentes razones, de nuevo-animal-racional: asimilando, conociendo y deslumbrándonos con un mundo que se abre bajo la batuta de la globalización; repugna al neoliberalismo que me exprese así de su sugar baby, seducidos por la posibilidad que ofrece, pero como siempre nos han dicho: sin condón ni pio.
Colonizados y pseudo-descolonizados queremos aullar al progreso, al desarrollo, a la terrible Historia que nos sataniza a los tácitos en ella: desde aquí somos y desde aquí arrancamos. Pero es solo eso, un aullido que se interpreta como universal a la situación, porque seguimos sorbiendo gotas de una leche que nos llega medida por los vientos de Narakajmanta… del Occidente… Desplazados del camino, nos instalamos en nuestra puberta metrópoli más cercana y así, de manera contractual, se pacta la existencia del colonizador; colonización del territorio intelectoal para que promulgue la naturaleza de su educación y la preeminencia se mantenga con todas sus sílabas completica, incluso A es su última letra.
Los confines de Occidente
Nosotras t r e s
Desde el centro, los confirmamos lejos del ego, los extendemos a una vida que ni tácita es para nuestra ingenuidad y desde nuestras Naciones, una suerte de tres “capitales”, omitimos (ni siquiera olvidamos. Para que haya olvido debe haber conocimiento) la costa del mar que es propio de la calma.
Sur de Macondo, Corregimiento de La República, vía el Vaticano.