LA PARADOJA DE UN TITULAR

«De la Colombia de los narcos a la Nasa».

Que mejor titular para describir una de las tantas tragedias que envuelven al pueblo colombiano, no podría haber otro mejor.

Si algo hay que cuestionar, es que han hecho o hacen los países desarrollados para atacar este flagelo que oprime a todo el pueblo colombiano.

El narcotráfico pone presidentes desde Ernesto Samper, y esa sumatoria, es el resultado de la Colombia de hoy, un estado narco fascista.

Desde hace mas de 40 años, el narcotráfico hace parte de la economía colombiana, desde el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982) cuando creó la famosa ventanilla en el Banco de la República, allí, legalizaban los dineros que llegaban a raudales por el naciente negocio.

El narcotráfico permeó a toda la sociedad, se llegó a decir que cada peso que movía el mercado colombiano había pasado primero por las manos de la mafia.

Con ellos se pagaron se dice, desde la alcaldía de Andrés Pastrana hasta el último gobierno. El de Iván Duque se conoce como la ñeñe-política, y pasando por consejos municipales, alcaldías, gobernaciones, asambleas departamentales, cámara de representantes, senadores, todo, incluyendo por supuesto a militares, policías, DAS, jueces, funcionarios públicos etc. etc. etc. Los dineros del narcotráfico todo lo permearon en nuestra sociedad, esa es la realidad.

Con el uribismo el narcotráfico coronó todo y con el poder, controlan, expropian, roban, reprimen y persiguen a todo aquello que no comulgue y simpatice con ellos.

Las relaciones de Uribe con la mafia se conocen desde el año 1982 con los famosos permisos de la Aerocivil para pistas y aeronaves de narcos, y aparece en informes de inteligencia Americana como el #82, el helicóptero de su papá fue encontrado en tranquilandia, el mas grande complejo cocalero incautado en toda la historia, su excuñada y sobrina extraditables vinculadas con el cartel de Sinaloa y el Chapo Guzmán, su sobrina desaparece por arte de magia de la custodia del INPEC, hoy con mas de 220 mil hectáreas de coca sembradas, ex embajadores con laboratorios para procesar el alcaloide, la vice presidente con hermano condenado por contratar mulas en los EUA, hijos de reconocidos testaferros de la mafia y el paramilitarismo en el congreso, banqueros con serios cuestionamientos y sancionados por blanqueo de dineros; nos develan las extensas relaciones que implican a Uribe, su entorno y al uribismo con toda la historia y la herencia del narcotráfico en el país.

Asesinaron dice la JEP, a 6.402 ciudadanos para presentarlos como trofeos en una guerra que no ganaban y que ya no era política y si por el control del mercado y las rutas del narcotráfico con las extintas y luego resucitadas Farc, hoy después de un proceso de paz, masacran civiles en zonas cocaleras, asesinan a lideres cívicos por el control de los territorios, y los países desarrollados guardan silencio y apoyan a este narco fascismo a pesar de conocer la realidad.

Muchos dizque indignados, pero que fácil que olvidamos todos, y esto hace parte del folclor de nuestra idiosincrasia mientras solo se persigue el consumo y la dosis personal.

Decir «la Colombia de los narcos» es ofensa para muchos y para el gobierno hacia afuera, para ellos será un piropo a puerta cerrada burlándose de Colombia y del mundo.

Mientras las cifras crecen en ganancias, aumentan las victimas que se oponen por el conflicto interno Colombiano que genera en los territorios y que van fuertemente ligadas al comercio ilegal y en especial al de la coca.

Las cifras en este gobierno uribista son un desastre, Indepaz ha documentado el asesinato de 1.143 líderes sociales desde noviembre de 2016, la fiscalía dice son 256. Sólo este año 2021 se han ejecutado a 21 líderes sociales y han ocurrido 12 masacres con 42 víctimas, el año 2020 lo cerramos con 91 masacres.

En Colombia hay muchas Dianas Trujillo en versión hombres y mujeres, y no es Colombia, ni sus políticas, ni sus gobernantes quienes lo han hecho posible. La diáspora colombiana ya la calculan en cerca de 10.000.000 de colombianos y colombianas, que solo en el exterior y por sus propios medios y recursos han podido sacar la cara por un pueblo abandonado y también complaciente, con una clase dirigente que lo aculturizó a que la violencia y el crimen son parte de su paisaje y cotidianidad, ante el silencio y la complacencia del mundo.

De la Colombia de los narcos a la Nasa no es una ficción, es un resumen de la trágica historia de un pueblo que le dijo No a la paz, negó una consulta anticorrupción y hoy está en la ruta a jugarse su futuro o su ya eterna condena.

Otra Colombia es posible, aún creemos en ella y ya es hora de hacerla, no pensando en que la heredamos de nuestros padres y si, en que la tenemos prestada de nuestras futuras generaciones y a ellas debemos entregárselas totalmente saneadas.

Edilberto Muñoz.

Activista social y asilado politico.