La Colombia extendida

El Ministerio de Relaciones Exteriores cumpliendo con la agenda ejecutiva del gobierno del presidente Gustavo Petro Urrego para desarrollar el Plan Nacional de Desarrollo, está llevando a cabo los diálogos vinculantes con la comunidad colombiana en el exterior, escuchar a esta inmensa invisibilizada población, calculada en más de 10 millones de seres humanos, donde creemos que más del 75% está en situación de vulnerabilidad, porque no están integrados regularmente en los territorios de acogida, y, por tanto, no le son reconocidos sus derechos como ciudadanos emigrados, y su día a día los hace vivir en condiciones de mucha precariedad, a pesar de la comodidad que se puede creer tener por vivir en territorios que nos acogen con mejores condiciones sociales y económicas que las que dejamos, es un gran avance, ante la ausencia en el marco programático en el pacto histórico, que no nos incluyó en sus propuestas, como tampoco, estamos incluidos como población vulnerable en el proyecto de ley, que para el ministerio de la equidad se está creando.

Paralelamente a ello, por parte de la UTL de la congresista elegida por el PH Carmen Elisa Boscán Ramírez, ocupando la curul por las y los Colombianos en el exterior, también se están desarrollando algunos diálogos en algunos territorios de la diáspora, que le permitirán elaborar proyectos para su período legislativo, aunque se suponía que llegaría allí con una agenda elaborada cargada de proyectos de ley, que le permitiera a esta Colombianidad su reconocimiento, visibilización e inclusión, acompañando una propuesta reparadora.

También el Ministerio de las culturas, las artes y los saberes apunta a la diáspora, su responsable la maestra Patricia Ariza, acaba de lanzar el programa del “Estallido Cultural” para lo que ella denomina “La Colombia Extendida”, invitando a esta Colombianidad que migra desde hace más de 50 años, a continuar desde las expresiones artísticas y nuestra multiculturalidad, ese apoyo brindado al estallido social que se desencadenó en el gobierno Duque, y donde la Diáspora se declaró en Asamblea permanente, constituyó la primera línea internacional, para desde allí, continuar esa tarea pedagógica de sensibilizar aún más a la comunidad internacional y a la Colombianidad fuera del país, sobre esta problemática Colombiana, de setenta años con un conflicto armado interno, y un cúmulo de problema sociales irresolutos, a los que se le sumaba la cooptación del gobierno por un aparato criminal de poder, de la mano del crimen organizado y el narcotráfico, ante el silencio y la complacencia de la comunidad internacional, que hizo salir en masa y espontáneamente a esta Colombianidad diversa y dispersa, llenando las plazas en cuarenta y nueve ciudades del mundo, y en los cinco continentes, con la indignación de lo que sucedía en Colombia, que era como la explosión también de ese gran peregrinaje de tantos años en silencio, y que comenzamos a hacer visible con la marcha de la diáspora hacia la Corte Penal Internacional de la Haya en el año 2019, para depositar el quinto caso, sobre crímenes de lesa humanidad, que se han cometido por parte de los actores armados en este fratricida conflicto, y que desde Paris hicimos caminando por nueve días y reuniendo ese 5 de abril del 2019 en la Plaza de la Corte Penal Internacional, a más de 1700 Colombianos que llegaron desde todos los rincones del planeta.

Confieso, que me gusta mucho y por muchas razones, este rótulo de la Colombia Extendida, ya que, dimos durante muchos años el debate por identificar y nominar a este fenómeno, que permitiera visibilizarnos, donde se nos llamó de muchas maneras, hasta llegar al término del concepto real y su adopción, LA DIÁSPORA COLOMBIANA, que es,
esta inmensa mayoría de Colombianas y Colombianos, obligados a quitar su país, en busca de esa otra oportunidad, que está dispersa por todos los rincones del planeta, con su colorido y su arraigo, con el gran aporte que llega por las remesas a la economía del país, y la vulnerabilidad y abandono estatal a la que está sometida, por este escandaloso proceso migratorio, uno de los más grandes del mundo, en su mayoría mujeres, obligadas a salir del país con el costo social que para la sociedad Colombiana implica, la desintegración de familias enteras, que se suman a los efectos de un conflicto, donde quedan muy pocos con mucho poder, y que por tantos años se niegan aún a ponerle fin.

Quiero sí, dejar claro, que las y los Colombianos que migramos desde hace más de cincuenta años, hemos sido gestores de paz, a través de nuestra multiculturalidad y de nuestras letras y artes, y como en las grandes revoluciones de la humanidad, desde estos saberes con las artes, las letras y el pensamiento, venimos gritándole al mundo también desde hace más de cincuenta años, de nuestras tragedias de dolor y sangre, con la particularidad de que allí en ese territorio, uno de los más bellos del planeta, y llenos de riquezas naturales, podría ser el mayor laboratorio de las ciencias sociales y humanas, donde se perciben las mayores patologías sociales, y que aún no le dan vía a la búsqueda de la paz total, que logre esta sana convivencia, a pesar de nuestras diferencias, con justicia social y duradera.

Pero ya que iniciamos un nuevo gobierno, con un nuevo proyecto político de reconstrucción de nuestra sociedad, que nos permita reconciliarnos, desterrar todas esas formas de violencia que nos construyeron, a la que nos acostumbraron a vivir, hoy, que hay proyectos de reconocimiento, visibilidad, inclusión y reparación para toda la Colombia, la diversa y la más vulnerable, la Colombia profunda, la de los nadies que somos la mayoría, es hora también que a la diáspora, esa Colombia extendida donde también está toda la Colombia, porque aquí, en la diáspora, estamos todos representados, para que en los diálogos y apuestas que se tienen desde el ejecutivo y el legislativo, escuchemos de nuestras tragedias, dramas y dolores, también desde nuestra superación y propuestas, para que nos llegue realmente esa Colombia extendida, y a través de los consulados y embajadas, a las que deberían ya de haber declarado consulados y embajadas por la paz, establecer políticas públicas y programas, para que dejen de ser los clubes sociales de las élites en el exterior y los botines de pago de la clase política y dirigente del país, para que sus familiares y amigos vengan de veraneo, y se ocupen realmente de que esa Colombia extendida, a través de cada ministerio y/o dependencia que tenga competencia directa con la cotidianidad de la diáspora, con su pasado, presente y futuro, le llegue y tenga presencia con programas y soluciones, a cada una y uno de los Colombianos que así lo requerimos.

Declarar a la diáspora Colombiana Como la “Región Especial Número 7”, será el hecho reparador más importante, que permitirá tener el reconocimiento, la visibilización, la inclusión, la reparación y la representatividad de esta Colombia extendida, para que recuperemos esos derechos políticos y civiles que perdimos, cuando por obligación de las circunstancias, tuvimos que abandonar nuestro suelo, la familia y dejar nuestra historia para salir a recomponerse y a volver a existir.

La diáspora existe, la diáspora es paz, la diáspora es poder ciudadano…..