Una transición esperanzadora pero difícil
El triunfo electoral del economista Gustavo Petro en las elecciones presidenciales colombianas del 19 de junio fue histórico por dos razones.
En primer lugar, fue la primera vez que una coalición de izquierdas, el Pacto Histórico, llegó al poder tras décadas de gobiernos liberales y conservadores. En segundo lugar, Petro es un ex guerrillero del M-19, movimiento guerrillero que desapareció tras los acuerdos de paz con el gobierno colombiano en 1990, y que se formó el 19 de marzo de 1970 tras un fraude electoral denunciado por los partidos liberales de la época. Algunos de los partidarios de Petro ven esta fecha como un símbolo de justicia histórica y ya prevén un futuro brillante con la llegada de la izquierda al poder en el país.
La esperanza
El presidente Gustavo Petro llegó al poder con una vicepresidenta, Francia Márquez, la primera mujer en ocupar el cargo, activista medioambiental y afrocolombiana. Juntos se han ganado la confianza de millones de colombianos en las regiones más afectadas por el conflicto armado y la desigualdad social, el Pacífico, el Caribe y el sur del Amazonas.
El nuevo presidente Petro y su vicepresidente Márquez dieron la bienvenida a la noticia de su elección con un discurso que llamaba a la reconciliación y al trabajo colectivo de todas las fuerzas políticas del país. El mensaje es comprensible, ya que de los 39 millones de colombianos con derecho a voto, más de 22 millones acudieron a las urnas para dar la victoria a la izquierda con un resultado del 50,44% (o más de 11 millones de votos), frente al 47,3% a favor de su oponente político Rodolfo Hernández (o más de 10 millones de votos). Hernández fue la gran sorpresa de estas elecciones porque, con su llamado partido independiente «LIGA – Contra la Corrupción», este outsider logró federar los votos de los partidos conservadores y liberales, a los que se sumaron los de los votantes que ven en Gustavo Petro una amenaza para la democracia por su pasada participación en la guerrilla del M-19 y sus pasadas posturas a favor de Chávez, lo que le valió la acusación de castrochavista y comunista.
Imagen 1 : Plebiscito Si vs No (color verde: votación si, color rojo: votacion no); Imagen 2: Elecciones Presidenciales 2da vuelta (color amarillo: votacion Rodolfo Hernández; color morado: votación Gustavo Petro)
Una transición difícil
Tras la euforia de la victoria, el nuevo gobierno de izquierdas, que el propio Petro define como socialdemócrata, inicia un periodo de gran expectación por parte de sus partidarios, que esperan con gran entusiasmo la puesta en marcha de sus promesas de campaña centradas en: la justicia social, el respeto al medio ambiente, los derechos de las minorías, los derechos de la mujer y una política económica más justa, especialmente para los más de 22 millones de colombianos pobres que viven con menos de 3 euros al día.
La tarea es enorme y promete ser difícil porque durante las elecciones legislativas de mayo pasado, aunque la coalición de izquierda, Pacto Histórico, logró un avance sin precedentes al ganar un poco más de 50 escaños en el Congreso (Asamblea Nacional de Colombia), éste quedó a la derecha con dos tercios de los escaños en manos de diferentes tendencias políticas cercanas a las corrientes políticas de los partidos tradicionales Conservador y Liberal, a las que se suman movimientos de tendencias religiosas y conservadoras.
Sobre este último punto, es importante señalar que durante la segunda quincena de junio, el recién elegido presidente Petro mantuvo una serie de reuniones con los partidos Liberal y Conservador con el fin de proponer un «acuerdo nacional» para el bienestar de los colombianos, la paz y la estabilidad institucional del país. Esta campaña por el «acuerdo nacional» ha tenido hasta ahora un resultado positivo, ya que los líderes de los partidos Liberal y Conservador han acordado adherirse a la idea de la gobernabilidad para la paz y la estabilidad institucional, lo que implica que no se opondrán sistemáticamente al nuevo gobierno en el hemiciclo, lo que no significa que vayan a formar parte de ese gobierno.
Incluso el muy carismático, divisivo y conservador Álvaro Uribe aceptó la invitación y mostró su deseo de contribuir a la reconciliación y la paz social de Colombia bajo el gobierno de Petro. Queda por ver cómo el «acuerdo nacional» en principio tomará forma en el proceso legislativo cuando el presidente y su vicepresidenta empiecen a buscar la aprobación de las reformas prometidas durante la campaña electoral (fiscalidad, sistema sanitario, política energética, política monetaria, derechos de las minorías, educación, etc.).
Cuatro grandes retos esperan al nuevo gobierno de Petro y Márquez:
1) Mantener unida la coalición Pacto Histórico: la coalición está formada por 4 partidos políticos y movimientos sociales (afro, indígena, ecologista, LGBTQ+), y también ha recibido el apoyo de antiguos miembros de los partidos tradicionales (incluidos antiguos aliados de Álvaro Uribe). El próximo período pondrá a prueba esta coalición, ya que en los debates en el Congreso colombiano, las agendas y prioridades de cada partido tendrán que lidiar con los vaivenes de las negociaciones y las prioridades de las agendas nacionales e internacionales del gobierno.
2) Convencer a los más de 10 millones de colombianos que votaron en su contra y a favor de su contrincante político (Rodolfo Hernández), por miedo y rechazo, de que este gobierno será un gobierno que escuche a todos y no una maquinaria anticapitalista opuesta a la propiedad privada. En concreto, un argumento muy comentado durante la campaña fue que el Pacto Histórico trataría de expropiar a los grandes terratenientes y pastores del país.
3) Enfrentarse a una situación económica delicada. De hecho, la tasa de inflación se acerca al 10% en Colombia, que tiene más de 22 millones de personas que viven en la pobreza, con una tasa de desempleo superior al 8% de la población, siendo los jóvenes y las mujeres los más afectados.
4) Además, el orden público está alterado con una fuerte presencia de paramilitares, traficantes y guerrilleros. Según Indepaz (una ONG local), el gobierno saliente de Iván Duque ha dejado un triste balance de más de 261 masacres y más de 930 líderes sociales, defensores de los derechos humanos y del medio ambiente asesinados en los últimos cuatro años. Además, los acuerdos de paz se han visto perjudicados porque la pandemia y el recrudecimiento de las acciones militares en el país han llevado al gobierno saliente a optar por una postura de desconfianza hacia los propios acuerdos, pero también de tensión con los organismos encargados de velar por la reconciliación derivada de los acuerdos de paz: por ejemplo, la Justicia Especial para la Paz o con la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que a menudo han sido acusados de ser parciales y antiestatales en sus análisis y posturas.
En cuanto al ejército y la policía, se puede decir que por el momento el fantasma de un golpe de Estado transitorio se aleja, porque a pesar del ambiente envenenado de las últimas semanas de la campaña presidencial, el partido en el gobierno de Colombia (Centro Democrático – CD) hasta el 7 de agosto mostró un gran respeto por las instituciones. Además, el Presidente Petro (que tomará posesión el 7 de agosto) podrá rodearse de generales comprometidos con el respeto a las instituciones y a la Constitución.
Por último, hay algunas incógnitas a corto y medio plazo: ¿cómo reaccionarán los inversores extranjeros a las primeras reformas del nuevo gobierno en materia de política energética (que quiere suspender la explotación del petróleo a largo plazo y favorecer la transición hacia las energías verdes)? ¿cómo reaccionarán a la promesa de gravar más el capital y de establecer una reforma fiscal menos severa? ¿Cuál será la reacción de la OCDE y la OTAN, instituciones a las que Colombia está asociada? ¿Cómo evolucionarán las relaciones con EE.UU.? ¿Y cómo responderá este gobierno si estallan nuevas protestas sociales de descontento?
Colombia abre una nueva página en su historia política. Será sin duda rica en desarrollos e implicaciones para sus habitantes, pero también para toda la región latinoamericana, que observa con entusiasmo o expectación lo que el retorno al poder de la izquierda progresista (reformista) en América Latina (Chile, Argentina, México, Perú, Colombia) puede hacer para responder a las demandas de justicia social frente a las desigualdades, la pobreza y la violencia que golpean cada vez más a la región tras la pandemia de Covid-19. La esperanza es grande, esperemos que las respuestas estén a la altura de las expectativas, a riesgo de ver volver a los partidos tradicionales de la derecha conservadora y neoliberal.
Versión en francés: Gustavo Petro et Francia Marquez : une nouvelle page politique et sociale de la Colombie?
[1] Colombia Humana, Unión Patriótica-Partido Comunista, Polo Democrático Alternativo, Movimiento Alternativo Indígena y Social, Partido del Trabajo de Colombia, Unidad Democrática y Todos Somos Colombia
[2] La Comisión de la Verdad, presentó al nuevo gobierno el informe final de sus más de cuatro años de trabajo, el 28 de junio de 2022.
Filósofa, política, profesora y presidenta del Grecol-ALC. Es miembro de varios centros de investigación en América Latina y en Francia, como Colifri y CPPL.