Diana, la cazadora.

Nidya María Vivas Rebolledo falleció en la clínica Imbanaco de Cali, a las 4.50 pm (Colombia) y 22.50 horas (España).” Mensaje enviado desde Valencia-España, por Gustavo Vivas, gran amigo, el 19 de enero del 2024 a las 23.48 h.


En la mitología romana, Diana es la diosa virgen de la caza, relacionada con los animales y las tierras salvajes, por lo tanto protectora de la naturaleza y de la luna, igualmente de las brujas. Su nombre significa “Del día” o “Divina”. Fue reverenciada por los ciudadanos de clase inferior y por los esclavos. (Hoy diríamos pobres y nadies). Fue helenizada como Diana de los bosques y su culto instituido por el rey Servio Tulio, quien fue esclavo de nacimiento, con un altar en el Monte Aventino hacia el siglo VI a.c.

A modo de semblanza, de testimonio, de homenaje.

Diana, fue tu nombre de combate, el que conocí esa tarde en el barrio Vipasa de Cali, cuando muy emocionado y expectante, con mil sensaciones en el cuerpo y en el alma, iba siendo conducido a mi primera cita clandestina, del clandestino movimiento 19 de abril, en forma clandestina, para ser parte de mi primer comando clandestino de pre-militantes, de la OPM.

En una sala vacía, de una casa de clases medias, nos encontramos 5 personas, cuatro hombres y una mujer. A dos de ellos conocía previamente, William Serna, un chico muy pobre pero estudioso, serio y con quien por su “Rareza”, hice una gran amistad, un vecino del barrio Alfonso López Pumarejo, al sur oriente de Cali, donde viví algunos años con mi familia, barrio fruto de la lucha y la organización popular por la tierra y la vivienda, donde viví los prolegómenos de mi compromiso revolucionario y el otro un enigmático personaje, cristiano, muy culto y leído, liberal y librepensador, masón, cristiano, José Darío Villabona Nieto, ex gerente del banco de Colombia y secretario de desarrollo comunitario, entre otros cargos.

Allí en ese lugar te vi comandante Diana. Allí te empecé a conocer, Nidya María y me empecé a enredar contigo, en una historia que tuvo principio, pero nunca fin…

Esa reunión, ese encuentro, esa experiencia, fue mi bautizo, en esa pasión y cuasi – religión que fue el M.19, desde esos 20 años hasta hoy a los 67, luego de 25 años de exilio en esta España. Algo impactante, inolvidable e indeleble. El M.19 siempre asociado a tu rostro, tu risa, tu nombre, mi vida, tu vida, nuestras vidas.

Salté de la búsqueda angustiosa de Dios y del sentido de la vida a través de seminarios en Bogotá, Popayán, Cali y experiencias vocacionales con los hermanitos del evangelio de Charles de Foucauld, luego de conocer en Cali al sacerdote- profeta Arturo Paoli, luego de convivir con comunidades muy marginales en Barquisimeto- Venezuela, luego de participar en una experiencia de pastoral juvenil con el obispo auxiliar de Popayán, Alberto Giraldo Jaramillo, luego de trabajar en diversos lugares del sur oriente de Cali con las hermanitas franciscanas, María Luisa Escrucería y María José Grueso Arboleda, luego de la experiencia de las asambleas familiares en Alfonso López con el cura rojo de Golconda, Manuel Restrepo y el Modelo Educacional Integrado con el combo de los Zabala y de replanteamiento del ELN, en el marco de la teología de la liberación, del concilio vaticano II y de las conclusiones de Medellín… a la lucha armada con el M.19 y a hacer la Revolución Social como lo entendió y predicó el cura Camilo Torres Restrepo, del Frente Unido.

“Compañeros de pie. Todos. Atención… firrr”… Iniciamos con el ritual militar, los pelos de punta, los músculos tensos, la mirada atenta y firme, sorpresa total.

“Soy Diana, la responsable de este comando, oficial primera de lo OPM. Cada uno de uds presente su nombre de combate”, “Haremos en esta sesión lo siguiente… este proceso que iniciamos es integral…”.

Desde ese momento Nidya, empecé a verte y a estudiarte como esa diosa mitológica que tu nombre sugería. Nadie se pone un nombre en balde, ni arbitrariamente. El mío fue “Juan”, por la canción boliche de Piero, por la expresión popular de Juan Pueblo, por ser el nombre del discípulo amado de Jesús… con el tiempo de militancia y cambios, siguió “Camilo” y al final “Juan Camilo” (Juanka).

Te empecé a llamar, Diana la cazadora. Me gustó y me impactó que en un contexto y sociedad machista, que en una organización jerárquica la persona responsable de un comando fuera una mujer y en este caso concreto, una mujer joven, bella e inteligente, de humor y fácil sonrisa, que combinara la rudeza y la ternura, la disciplina y la participación democrática.

Así empezó esto y todo y se fue desarrollando esta intensa y apasionante vida paralela y clandestina, guiados por tu mano sabia y firme. Vinieron reuniones de estudio y discusión, escuelas de formación e instrucción militar en seco y en el monte, urbanas y rurales, operativos diversos, colocación de panfletarias, pintadas de paredes, tomas de buses obreros, tomas de colegios, participación en huelgas y en invasiones, marchas y eventos… En medio de todo esto fue surgiendo el deseo, el afecto, la pasión, las ganas, la curiosidad, la complicidad, la amistad, el amor y nos fuimos convirtiendo sin saberlo, sin decirlo, sin querer queriendo, en amantes, en pareja, en algo más que compañeros de lucha o en un compañerismo más profundo e integral. Fue maravilloso, fantástico, fue un bucear y derivar en otras profundidades y espacios, en un universo paralelo. No sé, si igual así tú lo sentiste y viviste. Fuiste Nidya, mi iniciadora en las artes amatorias, mi primera relación con una MUJER. Todo se fue dando de forma espontánea, sencilla, sin libretos, sin formalidades, sin compromisos.

Hoy 40 y tantos años después de aquello, sigo dando gracias a la vida, al universo, al M19, a ti por ese “Encuentro” tan hermoso, y especial. Aprendí montones de todo como nunca me había sucedido, ni ha vuelto a suceder, a pesar de otros locos y maravillosos amores.

Con el transcurrir del tiempo fui descubriendo el porqué te bautizaste “Diana”. Fui percibiendo esas facetas que configuraban y componían a una mujer auténticamente revolucionaria:

  • Fuiste libre y libertaria. Vi tu lucha dura, dolorosa y valiente en todos los frentes y frente a todo y todos, en todos los detalles y momentos de la vida: El matrimonio, la universidad, la política, la familia, el sexo, los valores, la lucha, la empresa, la academia…
  • Fuiste rebelde e inconforme.
  • Fuiste crítica y reflexiva.
  • Fuiste feminista de vanguardia.
  • Fuiste gran lectora y estudiosa.
  • Fuiste esposa, amante, amiga… de quien quisiste serlo.

Me iniciaste en la buena literatura, la del boom latinoamericano y las otras. Te vi con Gérrimo y desde la librería la Lechuza, en la calle y la universidad… con García Márquez, José María Arguedas, Ernesto Sábato y tantos y tantos más. Ustedes fueron una pareja muy especial en ese arte, negocio y campo. El uno editor pirata y popular, a veces muy formal, produciendo con una brillantez, textos de gran envergadura para el pensamiento, la memoria y la revolución. Conocí su gran trabajo investigativo y divulgativo sobre Simón Bolívar, excelente. La Otra, la Nidya desde la librería y la calle, vendiendo, fiando, difundiendo y sembrando cultura, visión y literatura. La familia toda implicada en esa loca estrategia editorial, política, económica, social, en medio de Revolución, insurgencia, lucha, desobediencia, rebeldía, con todos los amigos y combos existentes. Era fantástico y una locura total.

Conocí poco a poco y a veces a borbotones, casi de golpe, lo que quizás debería haber conocido después: La complejidad de la vida y de un país en ebullición. Todavía hoy estoy asimilando, procesando, decantando, deglutiendo… No recuerdo la cronología de todo ello, siento que fue mucho y muy largo, siento que fue poco y muy corto, un instante fugaz. A ratos empiezo a alucinar, a fantasear, a dudar… Si todo fue real o me lo he inventado.

Pasaron tantas cosas comandante Diana. Pasaron tantas cosas compañera Nidya. Vivimos tan intenso todo, que un día explotó y casi se acabó.

Fue un placer y un gran privilegio conocer a tu familia. Al callado y discreto don tomás, tu padre. A la alegre, bulliciosa y explosiva Rosmira, tu madre. A la elegante Nelly, sonrisa eterna. Al anacobero y loco Diego, crítico y observador. A la chiquitica Yolanda, la Yoli, la teatrera y al más polémico y polemista, al académico e intelectual, al gran líder de las movilizaciones estudiantiles del 71, Gustavo Adolfo. Podría narrar muchas más cosas y anécdotas de cada uno de ustedes, pero quisiera quedarme con un denominador común fantástico que los pinta a todos: La hermosa, franca, larga y permanente risa y sonrisa que siempre tuvieron y que los pinta de forma única e inconfundible, reflejando esa transparencia, ese compromiso, esa fuerza interior, esa entrega total. Chapeau familia Vivas Rebolledo!!! No alcancé a conocer a Marta, quien vive en Valencia. A Alejandrita la dejé muy chiquita, a las hijas de Gustavo e hijos de Alejandra, no los conocí… pero estoy convencido de que su alma será la misma.

Solo una vez estuve en vuestra casa paterna de Miraflores. Me invitaste a una celebración de cumpleaños. Fue un abril y estábamos viviendo nuestra atípica luna de miel, yo tenía unos 22 añitos y ese día estuvieron todos, menos la Marta. El cumple era de Nelly, la famosa Eloísa, la más relevante de todas las negras del M19. Aunque me sabía el bichito raro, fui acogido con la gran sencillez y hospitalidad de todos. Fue un Encuentro lleno de risas, anécdotas, chistes, voces, música, alegría y algunos traguitos. No era fácil ni frecuente, tener en casa y con toda la familia a esa estupendísima mujer, ya en ese momento muy importante, superclandestina y con altas responsabilidades nacionales. Me enamoró su sonrisa, debo repetirlo, su afabilidad, su cercanía silenciosa, el profundo respeto y trato que dispensaba a todas las personas.

A ”Ella”, la negra Eloísa, la conocí una mañana, casi de madrugada que nos llegó al pisito de San Antonio. Tenía urgencia de comunicarle algún asunto a su hermana Nidya. Entró un momento, se tomó un café y con la discreción de un gato o gata mejor, volvió a salir.

En alguna otra ocasión, fui incluido a participar en un operativo, la toma de una asamblea estudiantil en el colegio Inem de Cali y allí con mucha admiración, descubrí que la responsable era Eloísa, lo cual me permitió ver y vivir en directo, la gran serenidad y habilidad de esa mujer para dirigir una acción que implicó un gran número de militantes, armas y vehículos.

Luego el 28 de abril del 83, escuchamos estupefactos, la terrible noticia del accidente de la avioneta, donde con el flaco Bateman (42 años), Conrado y Escobar desaparecieron, para luego de intensas búsquedas confirmar sus muertes en la selva del Darién, tras la búsqueda infatigable de la paz, Nelly tenía 36 años.

Es cierto que el M19 innovó en muchos aspectos la lucha política colombiana y entre ellos el papel tan destacado que le asignó a la mujer. Nelly y Nidya descollan entre decenas y centenas de ellas en todos los espacios, instancias y territorios, sin embargo la impronta de éstas para la memoria, la historia y las actuales y futuras generaciones, es muy importante recuperarlas, en esta era de revoluciones feministas. Algunas veces en Valencia- España con Gustavo Adolfo, hemos dialogado sobre esta necesidad, reivindicación y deuda. Debe historiarse el gran papel jugado por nuestras valerosas mujeres en estos procesos revolucionarios y su gran aporte y sacrificio.

La detención de Nidya en el 79 se produce con allanamientos a la casa de su madre en Miraflores, donde se encontraba con su hijita Alejandra y también a su apto de San Antonio, donde convivimos. Ese día, yo llegaba de un viaje e iba subiendo la loma, cuando observo mucho movimiento y los vecinos me informan del suceso. Alcancé a devolverme, viajar a Bogotá y salir posteriormente a Quito, con la eficaz ayuda de Cesar y Vladimir Zabala. Los contactos y algunas estructuras estaban disueltas por seguridad y en los allanamientos estaba cayendo mucha información, gente, fierros. La recomendación era moverse y protegerse.

En Ecuador fui acogido por el partido socialista, su secretario General, Fernando Maldonado y su familia. Allí poco a poco fui desarrollando actividad política y social, denuncia, trabajo en derechos humanos, me facilitaron el contacto con el responsable internacional del eme allí, compa Darío Villamizar, quien hoy funge como embajador en República Dominicana, entramos en relación con los compas de Alfaro vive Carajo y todo el tejido solidario y asociativo con los procesos centroamericanos.

Tiempo después supe de lo terrible y traumático de la detención y tortura a que fue sometida Nidya. Supe del Consejo verbal de guerra en la picota y la ejemplaridad y berraquera de los compas. Supe de las situaciones límites y casos de delación que se dieron, pero de la valoración y justificación humana que los mandos de afuera hicieron sobre ello.
No recuerdo exactamente, pero pasados algunos años y cuando salieron de la cárcel los compas y pudimos ir retornando otros, nos volvimos a encontrar con Nidya en el mismo piso franco de san Fernando que usamos algunas veces al principio de nuestra relación, fue una tarde, una noche y una mañana, muy rara y extraña. Ya éramos otros, habíamos cambiado, la vida nos había cambiado. Fue imposible la comunicación a pesar de los pesares. Terrible y dolorosa frustración. Hoy deduzco que luego de ese primer Reencuentro ella viajó a Francia.

Pasaron los años, los años y los años… y hacia el 2012, ya estando yo en España y casado con la Ruka y mis hijos y luego de 13 años de estancia por acá y ante una brutal crisis económica en este país, me desplacé a París, acogido por mi gran amigo Edilberto Muñoz Villarreal, para intentar otras posibilidades de sobrevivencia. Estando allí en esa Francia que me atrapó y que era uno de mis sueños juveniles, supe de sopetón de la existencia de la Nidya, en la fiesta del 20 de julio que todos los años organiza el compa Marcos Velandia en la Muette. Allí nos encontramos, ella con un grupo de amigas colombianas y trabajadoras sociales, ya con nacionalidad francesa y yo con mi combo de amigos, al son de buenas orquestas salseras. Fue mágico ese nuevo reencuentro. Me invitó a su piso para el siguiente fin de semana y en esa ocasión compartimos una tarde y noche de vinos, amigos, música, recuerdos y discusiones políticas. Fueron ya notorios los cambios en su manera de ser y de pensar.

Hubo una tercera y última oportunidad de encontrarnos. Fue en la casa de Rodrigo Restrepo, en el barrio histórico de residencia de los exiliados colombianos. Con Edilberto y un par de buenas botellas de vino, semanas antes nos encontramos con él y su compañera para dialogar la idea de organizar el primer Encuentro europeo de la gente eme, al final de la tertulia quedamos en realizar unas reuniones preparatorias. Fue en una de esas, donde se dio nuestro último contacto, en un ambiente algo kafkiano y francamente desagradable que me produjo tristeza y decepción, pero sobre todo consternación, por ella y los demás compas asistentes. Las diferencias eran muy grandes. Para ellos el eme se había acabado y solo quedaba el recuerdo y la memoria, para mí, empezaba la última y más importante etapa con Petro alcalde de Bogotá y la CH, lo que implicaba nuestro último aporte y esfuerzo político. El evento se realizó, nos encontramos unas 60 personas, muy emocionante. Quedaron las fotos y de nuevo los recuerdos así como la discrepancia.

Los dramas y traumas causados por la militancia política y mucho más en movimientos insurgentes, en las mujeres, los hombres, las parejas, los hijos, los padres… y las enormes dificultades e imposibilidades para compatibilizar tareas, derechos, deberes, los roles, las vidas y los enormes costos que todo ello conlleva y con las maletas que se debe cargar, a pesar de procesos de paz o nuevos regímenes, hace que como sociedad y como sobrevivientes tengamos la responsabilidad de repensar, replantear y reconstruir otros caminos, otras formas y otras maneras para la política, la convivencia y la existencia como humanidad.

Nidya, Alejandra, Gustavo, Diego…

Es muy difícil ponerse en el lugar de Otro, cuando se producen estos golpes que dejan dolores tan profundos.

Es muy difícil atrapar en palabras, el flujo incesante de la vida y el fluir de la vida que vivimos.
Es muy difícil retrotraer el fugaz e inasible tiempo, para recordar y revivir lo que fue y se fue.

Es muy difícil decir lo que sentimos y dibujar lo que soñamos.

Es muy difícil la memoria, cuando nos sepulta la bruma del olvido, el miedo, la ignorancia, sin embargo lo intentamos, lo intento y tenemos que seguir intentándolo.

Solo la lucha y el amor, el amor y la lucha justifican nuestra existencia y la trascendencia.


Fotografía: Tomada del sitio web http://www.oigahermanohermana.org/