De paisadas Y caleñadas…

Nunca menosprecien a un rival y menos si lo notan desmejorado. Ahora, ante la raída alternancia de enfrentamientos, entre los restos del Sindicato Antioqueño y los Gilinsky, relucen onomatopéyicos, los cruces de dimes y diretes. Por un lado la revista Mundana (perdón “Semana”) y por el otro, el más regionalista de los diarios de este país, “El Colombiano”. Todo esto me causa escozor y sonrojo, al hincar mi mirada en esa pléyade de ejecutivos, que hoy día y a punta de titulares, discursos y entrevistas, se insultan amablemente ante nosotros y en sus recintos, se dan dedo, se putean y se amenazan a jeta hedionda. Los conozco: con esos sindicaloides de alcaloides, de pieles cetrinas, grajo montañero y mirada entreverada, trabajé por más de 12 años. Obviamente, nada bueno, hasta que un delfinucho de reputación teñida, salió de la sala de juntas con los pies en polvorosa, cuando sustentaba la compra de un yacimiento de calizas, piedra en mano.

Ahora esos desenfrenos adquisitivos, del uno por el otro, que se traducen en quejaderas ambivalentes y escarnios superlativos, los ajustan para que nosotros posemos de testigos de exepción. Ah… es que eso es de «interés nacional»… ¿Qué carajos nos importa?. Reviéntense seres decumbentes. Suficientes males, aquejos y segmentaciones nos han hecho, para hacer llamativa nuestra solidaridad. Lo resaltante es la manifestación de empleados y asalariados selectos (como todos ellos…), de mandos medios hacia arriba, quienes como paráclitos infusorios, blandían pancartas, baners y cartulinas, bien hechas y bien majas, que son la envidia de los muchachos que marcharon en el 2021. ¡Qué risa carajo!. Claro, tremendo desconcierto. Ese arreglo futil y pluscuamperfecto, obnubila todo lo anterior y posterior a la explosión primigenia…

¿Hasta dónde el uniporcientismo empresarial recurre a las expresiones de masas para hacerse valer?. Los directivos montañeros, con sus trajes aposemáticos, están jartos de la dicha con esa pléyade de fieles empleaduchos. La otra orilla toma atenta nota y cara por cara, faz por faz, reseña quienes son, por dónde pululan y con seguridad sabrán darle posterior destino. Espías y sapos abundan… Uno de esos diarios abjuró la «combinación de luchas», al mejor estilo proletario… Su contraparte vitorea sus loas a los estertóres de sus judios rusos caleños, mientras se desparrama en descalificaciones contra esos paisitas aguardientados. Parecen más pataleos verdes de ahogado, a no ser que de esos réditos emerja el «Nuevo Partido Empresarial Colombiano» y así nos terminemos de joder. Se han quedado sin variantes los otroras ejecutivos visionarios; quieren apelar a la sensibilidad social, cuando por años se jactaron de ser ellos y nada más que ellos. Exacto, cuánto no desearía tener una charla con sus heresiarcas de nuevo cuño. En verdad, no nos importan…

Al tiempo que ellos se cuecen entre sí, mientras los restos de sus pellejos ruedan por las escalinatas de sus asociaciones y sociedades industriales, ¿por qué se dan estas desquerencias en medio de un gobierno de imantación popular?. Miren, no tomo partida por nadie como advenedizo que soy. Me interesa es ese 97%, ese tal resto, los ciudadanos irreductos, los que ven a diario en sus mesas los productos de estas empresas que andan en prosopopeyas. No nos van a quitar el hambre, harán plusvalías con el pan nuestro de cada día, seguirán tumbádonos las pensiones, ect, ect, ect… Allá ellos… Allá los empleaduchos que no saben si se irán a Cali o a la calle: mutarán sin remilgo alguno porque para eso están entrenados. Y para los árabes detrás del negocio, todo esto es puro mugre de uñas. Para usted ciudadano común, esa distopía de empleados protestantes y la selecta sociedad que los comanda, tendrán nuevos dueños y todo seguirá como antes, o indefectiblemente peor. El cambio les ha tocado, ellos están sentidos, la incertidumbre se posa en ambos lados, consideraron un enemigo insignificante e invalorado. Por lo tanto ahora amistades, ahora que ya todo no es lo mismo, ahora que hay otros aires, se les volteó la arepa… y se les creció el enano…