Hay quienes aún creen aquello de que “somos la democracia más antigua y solida de América Latina” y hay quienes hoy planteamos que Colombia camina por las sendas del autoritarismo y el totalitarismo rumbo a la dictadura.
Desde el regreso del Uribismo al Palacio de Nariño el país parece que hubiera vuelto a sus épocas más violentas y más desiguales, aunque en honor a la verdad, esas épocas nunca se han superado. Con mentiras el Centro Democrático y sus aliados afincaron en la opción publica la idea de que con Gustavo Petro nos convertiríamos en un régimen usando a Venezuela y a Cuba como una “malévola” referencia, fieles a las palabras del belicoso Fernando Londoño de “hacer trizas el maldito acuerdo…” Enfilaron toda una campaña infame y de terror a los Acuerdos de Paz y en especial contra la JEP y de esta campaña ni las Altas Cortes se escaparon y además dieron rienda suelta a la espuria tesis del castrochavismo para convencer a votantes de que aquí se instalaría una dictadura.
Este gobierno ha sobresalido y ha tenido que nadar en un mar de críticas y cuestionamientos por los nombramientos de familiares de congresistas del Partido de Gobierno en cargos diplomáticos y de gobierno, pero no solo han sido familiares, sino también amigos de antaño, como es el caso del hoy Fiscal General de la Nación Francisco Barbosa quien fue ternado por el mismo presidente en una terna de postulados serviles a los intereses del gobierno en turno.
Así como se hicieron al control de la Fiscalía con un bravucón estrato 6 que tiene como misión cuidar a su amigo entrañable hoy Presidente, también lo hicieron con la Contraloría General de la Nación con un Carlos Felipe Córdoba ficha y mandadero de los partidos de la coalición de gobierno, con el único fin de asegurarse de que no habría ente de control a las funciones del Presidente y de sus funcionarios, pero para que ello pudiera materializarse solo les hacía falta tomarse la Procuraduría General de la Nación para así tener control sobre gran parte del establecimiento como evidentemente lo tienen.
Vemos a un Fiscal que de manera altanera responde a las alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo en materia de protección a comunidades y líderes como ocurrió recientemente con el caso de El Salado, mientras que la Procuradora habla de “nuestro gobierno” como si ahora la Procuraduría fuera una cartera más de la Presidencia y ni hablar de un Contralor que hoy le secunda el secretismo al Gobierno en temas como los de los contratos con las farmacéuticas que supuestamente nos proveerán de las vacunas contra el COVID-19. Y esto es apenas la punta del iceberg con el que el país se estrellará.
Y no es menos grabe lo que pasa al interior del Congreso de la República, allí las mayorías gobernistas se han dedicado a ser los escuderos de Duque, legislando (como cosa rara) en contra vía de los derechos y de las realidades adversas que vivimos a lo largo y ancho del territorio nacional, aquí no se nos puede olvidar que dichas mayorías se han encargado de proteger a cuanto Ministro ha sido citado a rendir cuentas por las actuaciones cuestionables a la luz de las normas constitucionales y de los valores supuestamente democráticos que nos asisten, han logrado además sacar adelante beneficios para proteger los intereses de las grandes empresas, de los banqueros y de quienes acumulando tierras para engordar vacas se han creído los dueños de todo esto.
Es claro que Colombia parece haber dado un salto al pasado, a los momentos donde el Estado de Opinión se imponía en aras de blanquear la imagen del gobierno, ni el partido de gobierno ni el propio presidente han tenido reparos en afirmar que gran parte de lo que hacen es “devolver a Colombia al rumbo que marco el Matarife de Álvaro Uribe” y vaya que lo están haciendo, la exacerbación de la violencia en todas sus expresiones, los asesinatos con motivaciones políticas, las masacres, los desplazamientos masivos, la militarización de los territorios, el sometimiento de la opinión publica a las versiones oficialistas que muy a las 5 a.m. emulan los altoparlantes de la derecha, las amenazas a defensores de derechos humanos y del medio ambiente, sumado a los ataques constantes del mismo Uribe y su séquito a la rama judicial nos devuelve al 2003.
Este gobierno no dejó de mirar al país a través de los retrovisores de la politiquería y el revanchismo; han sido 3 años de excusas y de asignación de culpas al gobierno del ex uribista Juan Manuel Santos para ocultar su evidente incapacidad para gobernar, pero lo que si no se puede desconocer es que, a casi un año de finalizar su mandato, Iván Duque logró configurar todo un andamiaje que garantice la continuidad a muy largo plazo del proyecto político del Uribismo.
Por ello me pregunto, ¿Qué nos falta para ser oficialmente una Dictadura? Y me hago esta pregunta porque finalmente tampoco estamos muy lejos de que los militares asuman más poder del que ya tienen; la policía sale a las calles a torturar, a robar, a extorsionar, a satanizar, a detener de manera ilegal y a matar, y por otro lado, el ejército nacional sigue comportándose como un aparato criminal lleno de mercenarios que sin piedad salen a violar niñas en manada y a cometer crímenes de odio en las carreteras colombianas y a seguir sembrando “falsos positivos” en la historia nacional. Pero, aun así, uno de los Partidos Cristianos y de la Coalición de Gobierno ya viene adelantando en el Congreso un proyecto de ley que busca darles voto a los policías y militares. A lo que como antimilitarista me opongo, pues eso sería tanto como abrirle las puertas al fascismo. Si quieren votar que dejen las filas.
Es claro que quienes hoy gobiernan tienen todo servido para perpetuarse en el poder, a las fuerzas paramilitares y criminales que siguen haciendo de la guerra y las balas una herramienta política, no les ha temblado la mano para seguir exterminando a quienes públicamente manifiesten militancia en cualquiera de las expresiones organizadas de oposición política, somos testigos inermes de la perfidia que se está cometiendo con la ex guerrilla de las FARC, hoy Partido Político COMUNES y vemos como los banqueros siguen llenando sus bolsillos sin vergüenza alguna aún en medio de esta pandemia.
¿Les vamos a permitir instalar tal Dictadura?
Kanabico Objetor. Antimilitarista y Defensor de DDHH. Consejero Municipal de Paz (#CONPAZ) Medellín. Twitter: @elANTIMILI
«Yo no quiero ir a la guerra, porque la guerra nos da penas…«