En un momento histórico marcado por urgencias ecológicas, crisis identitarias y debates sobre el legado colonial, el documental Chiribiquete: un viaje a la memoria ancestral de América, dirigido por Juan José Lozano, emerge como una pieza cinematográfica que va más allá de la contemplación de paisajes exóticos. Su reciente estreno en el cine Luminor de París y su presentación en la sede de la UNESCO, en el marco de la Semana de América Latina y los Caribes, han generado una ola de reflexiones en el público europeo y latinoamericano residente en Francia.
La película, que recorre la majestuosidad del Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete —declarado Patrimonio Mixto de la Humanidad por la UNESCO—, es también una puerta de entrada a preguntas más profundas sobre la historia, la espiritualidad indígena y las formas de representar lo «americano» desde una mirada no colonizada.
“Este tipo de obras son esenciales para cuestionar la visión eurocéntrica que aún domina las narrativas sobre América Latina», expresó Paula Martínez, presidenta de la organización Ciudadanías por la Paz de Colombia, radicada en París. “Es una manera de devolverle la voz a los pueblos indígenas, de mostrar que sus saberes, sus símbolos, su arte y su relación con la naturaleza son tan válidos como cualquier otra forma de conocimiento. Este documental permite reconocer que el colonialismo no solo fue territorial, sino también simbólico.”
Por su parte, Marcela Grisales, comunicadora social y una de las asistentes al evento, subrayó la necesidad urgente de cambiar las narrativas hegemónicas sobre Colombia. “Durante décadas hemos sido retratados solo desde la guerra y el conflicto. Pero esta película nos muestra otra verdad, una verdad ancestral, espiritual, profundamente ligada a nuestra biodiversidad. Me siento orgullosa de ver representada la Colombia que conozco, la que protege, la que resiste, la que guarda secretos milenarios en sus selvas.”
Arte rupestre, memoria ancestral y el poder de la escucha
Chiribiquete también nos enfrenta a una interrogante mayor: ¿cómo llegó el ser humano al continente americano? ¿Qué quedó grabado en su paso? Las más de 75.000 figuras de arte rupestre que cubren los muros y farallones de la serranía constituyen uno de los conjuntos pictográficos más extensos del continente. Son escenas de caza, danzas rituales, animales sagrados y formas geométricas que, aunque aún no han sido completamente descifradas, nos hablan de una memoria colectiva milenaria.
Este arte rupestre, tallado y pintado con pigmentos naturales sobre las rocas verticales de Chiribiquete, tiene más de 20.000 años de antigüedad y se considera una forma temprana de escritura simbólica, espiritual y social. No son simples imágenes del pasado, son mensajes vivos que conectan generaciones y revelan cómo los pueblos originarios comprendían y habitaban su entorno. Es, en este sentido, un archivo visual que sigue decodificándose, un testimonio de los primeros pasos del ser humano en América y de su relación con lo sagrado, lo natural y lo colectivo.
A su vez, Chiribiquete hace un llamado a detenernos, a suspender el ritmo vertiginoso de la vida moderna y abrir un espacio para la contemplación profunda. Es una invitación a pensar desde otras temporalidades, no las del reloj ni del calendario, sino las del río, la selva, la piedra; tiempos milenarios que nos recuerdan que existieron otras formas de habitar el mundo, más lentas, más sabias.
Nos interpela sobre qué tipo de mundo queremos proteger y desde qué lenguajes queremos contarlo: ¿seguiremos narrando desde la mirada del conquistador o abriremos paso a relatos simbólicos, espirituales, visuales, que habitan los muros de Chiribiquete desde hace más de veinte mil años? En una época consumida por lo inmediato, esta obra propone algo inesperado: la escucha. Escuchar el silencio de la selva, el eco de los pigmentos sobre la roca, las voces de quienes han cuidado este territorio. Escuchar, incluso, lo que aún no sabemos descifrar.
En ese mismo sentido, el director Juan José Lozano compartió su intención de construir una obra que no explotara la imagen del “otro” indígena, sino que respetara la autonomía y el valor espiritual del territorio: “No podíamos entrar a Chiribiquete. Es un lugar sagrado, protegido por decisión de sus pueblos originarios. Entonces decidimos acercarnos con respeto, desde el límite, y narrar lo que sí se puede ver, lo que se ha investigado, sin violentar ese silencio necesario.”

Cuando lo público apuesta por lo profundo
La película no habría sido posible sin la sinergia entre medios públicos comprometidos con la educación, la cultura y la memoria. Fue coproducida por Señal Colombia y RTVC – Sistema de Medios Públicos, junto con Arte France y la casa productora independiente Un film à la patte. Esta alianza demuestra el poder transformador de la televisión pública cuando asume el reto de contar las historias profundas, aquellas que no siempre encuentran espacio en los circuitos comerciales.
Durante la presentación en París, Hollman Morris, gerente de RTVC, recordó que “Chiribiquete no es solo un parque, es una catedral ecológica, un lugar sagrado para los pueblos indígenas, y un símbolo de lo que Colombia debe proteger con urgencia.” A su lado, Caroline Hocquard, encargada de la unidad Découvertes et Connaissance de Arte France, celebró la colaboración binacional como una apuesta por la producción de conocimiento con narrativas propias.
La dirección estuvo a cargo de Juan José Lozano, cineasta colombo-suizo con una amplia trayectoria en documentales de memoria histórica, mientras que la producción fue liderada por Agnès Trintzius, de la productora francesa Un Film à la Patte. Laurent Pacoud, coautor del proyecto y coordinador de la futura exposición inmersiva virtual sobre Chiribiquete, acompañó también las sesiones en París.
La realización de estas proyecciones en Francia, también hacen parte de la estrategia de diplomacia cultural desarrollada por el Gobierno Nacional para fortalecer el reconocimiento internacional del patrimonio colombiano, a través del arte y la cooperación internacional. En este marco, la Embajada de Colombia en Francia, encabezada por el embajador Alfonso Prada, y la Delegación Permanente de Colombia ante la UNESCO, dirigida por la embajadora Laura Andrea Guillem, han jugado un papel clave en visibilizar esta obra ante audiencias globales, promoviendo un relato alternativo y profundo sobre la identidad colombiana.