En un emotivo acto que simboliza un paso más hacia la reconciliación y la justicia social, 32 familias campesinas de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia (ANUC) recibieron la titularidad de la finca Santa Helena, ubicada en la vereda La Palma de San Alberto, Cesar. Estas 335 hectáreas, que alguna vez estuvieron bajo el control del paramilitarismo, ahora pasan a ser parte del patrimonio de quienes las trabajarán para producir alimentos y construir un futuro mejor para sus familias y comunidades.
La Agencia Nacional de Tierras (ANT), como parte de la Reforma Agraria impulsada por el Gobierno del Cambio, gestionó la adquisición de la finca Santa Helena de la Sociedad de Activos Especiales (SAE). Este proceso de extinción de dominio se llevó a cabo debido a los vínculos que la propiedad tenía con Jeovany Pedraza Peña, quien en su momento fue identificado como jefe de finanzas del bloque Mojana de las Autodefensas Unidas de Colombia.
En esta jornada, el Gobierno del Cambio entregó cerca de 6.000 hectáreas de tierra a comunidades rurales de 11 municipios del país, con un enfoque especial en aquellos territorios que han sido históricamente marginados y afectados por el conflicto armado. En el departamento del Cesar, específicamente en Pailitas, San Alberto y Chimichagua, se distribuyeron 1.510,8 hectáreas.
El evento de entrega, presenciado por unas 100 personas, no solo representa un paso crucial en el proceso de restitución de tierras, sino que también simboliza un compromiso con la verdad y la justicia. Felipe Harman, director de la ANT, enfatizó la importancia de honrar los compromisos adquiridos, señalando la necesidad de dejar atrás la vieja institucionalidad marcada por la corrupción y la impunidad.
San Alberto, un municipio que ha sufrido las secuelas de la violencia guerrillera y paramilitar durante años, se convierte así en escenario de un renacer, donde la Reforma Agraria no solo busca redistribuir la tierra, sino sembrar esperanza y paz en una región que ha conocido el sufrimiento y la desolación.
Uno de los testimonios más conmovedores proviene de Ignacia Lozano, una mujer de 76 años que fue desplazada por la violencia. Para ella, la entrega de estas tierras representa la culminación de un sueño largamente acariciado. «Por fin se va a cumplir mi sueño», expresó con emoción. Su relato refleja el anhelo compartido por tantos campesinos que buscan reconstruir sus vidas y recuperar la dignidad perdida en medio del conflicto armado.
Este acto de justicia no solo es un logro local, sino que se inscribe en un contexto más amplio de lucha por la tierra y el bienestar de las comunidades rurales en todo el país. La Jornada de Reforma Agraria Narciso Beleño, en homenaje al líder campesino asesinado en Santa Rosa del Sur, Bolívar, se convierte en un recordatorio de los sacrificios y la valentía de quienes han dedicado sus vidas a esta causa noble.
Fotografías: Daniel Castaño – Agencia Nacional de Tierras