La humanidad de hoy vive como protagonista una grave crisis de civilización, el modelo que se ha impuesto en cerca de tres siglos y que en su inicio desarrolló las fuerzas productivas; hoy está convertido en un obstáculo para el bienestar y para la vida, y lo peor, hoy es una verdadera máquina de destrucción masiva.
Sobran argumentos para demostrarlo; la humanidad en el mes de agosto del 2020 ya había consumido todo lo que el planeta podía producir durante ese año, es decir que vivimos 4 meses de sobreexplotación de los recursos de nuestra casa común llamada planeta tierra, generando como resultado la expulsión y la extinción de numerosas especies vivas. El actual sistema extractivista que saquea y que desea convertir en mercancía todo recurso natural, ha forzado entonces el desplazamiento masivo de cerca de 80 millones de personas en solo el 2020, para apoderarse de sus riquezas y territorios. Las concentraciones humanas en centros urbanos, donde vive la mayoría de población en el mundo, producto de un cambio de sociedades agrícolas por sociedades comerciales e industriales sobrepobladas, generan focos de nuevas enfermedades antes endémicas en los animales. La pandemia de hoy desbordó el sistema imperante, la ciencia y la tecnología no están al servicio de la sociedad, sino que están al servicio de la concentración de riqueza, por consiguiente, encontrar alternativas para enfrentar el Covid es imposible. El mundo observa perplejo como el país más capitalista, la superpotencia de los Estados Unidos, hoy arrastra los peores indicadores de víctimas del Covid entre su población, ante lo cual se escuchan no pocos argumentos perversos inspirados en el maltusianismo, que ven como necesario la muerte de seres humanos para poder atender la oferta de los mercados. El modelo dominante basado en la acumulación y concentración de la riqueza, solo puede hacerse posible bajo el sometimiento en condiciones de pobreza a un cada vez mayor número de personas, entonces mientras la cantidad de riqueza producida aumenta globalmente, crece la pobreza, crece la miseria y la exclusión en cifras escandalosas, según Oxfam EL 1% MÁS RICO DE LA POBLACIÓN POSEE MÁS DEL DOBLE DE RIQUEZA QUE 6900 MILLONES DE PERSONAS y CASI LA MITAD DE LA HUMANIDAD VIVE CON MENOS DE 5,50 DÓLARES AL DÍA.
¿Qué sucede con los y las excluidos, excluidas y explotadas y explotados en todo el mundo? Puedo afirmar que la ofensiva para el sometimiento de la humanidad por parte de una minoría está en sus límites, quizás muy cercanos a una autodestrucción de todo lo vivo y en contraste del otro lado están las expresiones de resistencia que son cada día más numerosas y admirables en todo el mundo, pero que no logran darle una derrota al sistema ; la pandemia ha sido la excusa perfecta para el sistema dominante para implementar más represión y una sobre explotación a las clases populares, en occidente se observa un generalizado cierre de empresas y despidos masivos de trabajadores a pesar de las ayudas gubernamentales a los empresarios, es decir que el dinero no llega a la economía real sino que se queda en la distribución de dividendos, sin importar las graves consecuencias en la sociedad. Vemos como respuesta luchas ejemplares, estamos ante una resistencia que se va globalizando, como las movilizaciones en el Líbano contra la miseria y la corrupción estatal, como en India ese gigante humano que se estremeció con las luchas campesinas que enfrentan el neoliberalismo, en América Latina el pueblo de Bolivia mostró el camino de la victoria popular y con la movilización le impuso elecciones triunfantes a los golpistas, en Argentina las mujeres lograron una de sus más sentidas reivindicaciones con la aprobación de la ley de legalización del aborto, luego de gigantes movilizaciones. El descontento popular y las expresiones de rechazo al sistema dominante se generalizan, las posibilidades de mantener las condiciones de sobreexplotación contra los pueblos son cada vez más reducidas, a pesar de la fuerte represión y la inversión en armas de muchos gobiernos del mundo. Estamos entonces frente a una potencialmente enorme oleada de luchas sociales en el planeta entero, tal vez muchas luchas dispersas y sin un claro proyecto estratégico de transformación, pero si luchas conscientes de las causas de los niveles extremos de miseria y pobreza insoportables que no había conocido la humanidad. El planeta entero es y será escenario de explosiones sociales, de grandes luchas de los pueblos en todos los rincones, contra el hambre y contra la injusticia social, contra la exclusión y por la defensa del planeta.
Los retos son enormes, no hay un proyecto de modelo global que resuelva la pobreza y la necesidad de la defensa de la vida, los pueblos luchan contra el neoliberalismo sin la menor duda, pero urge construir propuestas que nos permitan a todos y todas vivir y disfrutar en armonía con la naturaleza de este paraíso. Por todo ello la tarea de los y las demócratas, los y las progresistas y los y las revolucionarias, es tener como prioridad el movilizar y movilizarse con los pueblos, es estar al lado de todas las luchas sociales y especialmente asumir la responsabilidad inmediata de elaborar ideas, de hacer y construir propuestas con la gente al calor de las luchas venideras; el mundo tiene muy pocas opciones de futuro y está claro que solo la transformación profunda del actual modo de producción y de consumo es la alternativa real a la actual tragedia que vivimos.
Toda lucha social en cualquier parte del mundo debe concitar la solidaridad, la difusión necesaria para que los pueblos del mundo tomen ejemplo como iniciativas a priorizar, innovando con determinación todas formas de resistencia, hoy el viejo mundo es el capitalismo, hoy la obligación de quienes amamos la vida es el cambio.
Gustavo Rojas
Profesor y facilitador de procesos sociales.